Fue el año pasado que un grupo de personas se interesaron por la salud y el bienestar del tío Cornelio. Algunos contribuyeron con productos de pan llevar y otros con algunos materiales (calaminas, frazadas) para su humilde hogar. Por intermedio de la señora Pilar Tinoco Silva llegó a pasar visita médica en el Seguro Social de Celendín, el galeno de dicha institución recomendó con énfasis una biopsia. El señor Jorge Araujo Zelada, junto con algunos amigos, llegó a reunir una buena cantidad de materiales para su modesta morada. Y, alguien que no desea que su nombre aparezca, le hizo llegar una buena cantidad de víveres para mitigar su hambre. La cruzada surtió efecto, muchos se anotaron para ayudar a este buen hombre.
El tío Cornelio tenía (digo tenía) un tumor en el rostro que atemorizaba al común de la gente; su adicción al alcohol, la pobreza y el abandono familiar y de las autoridades, agravaba su situación. No se continuó con la posible biopsia porque los simpatizantes de San Antonio, en el cual es el músico por excelencia, estaban decididos a llevarlo a la capital para someterlo a los exámenes necesarios en un centro especializado. Así que el tío Cornelio seguía con la vida que siempre tuvo, trabajando por un par de reales en cualquier casa que le servía para su aguardiente, sus cigarrillos y sus panecillos para mitigar el hambre.
Este año para la fiesta de San Isidro Labrador, el mes de Mayo, el desprendido y carismático Alberto Zegarra Guerrero quiso que los danzantes de San Antonio se presentaran para variar y los visitantes, que no pueden venir para la fiesta del santo del amor, se fueran con la satisfacción de ver algo novedoso. Así que el tío Cornelio como el único músico, desde antes de la fiesta (en los ensayos), interpretaba las melodías soplando su quena especial día y noche. Imagínense como se ponía su protuberancia facial, más sus excesos y el descuido, era insufrible verlo.
Este mes de junio los danzantes y él estuvieron de fiesta en honor al santo San Antonio, todas las noches lo veneraban bailando y él tocando la quena junto con un tamborcillo. Uno de esas mañanas el tío se percató que un líquido salía del absceso (el esfuerzo de estar soplando todo el día y muy parte de la noche), y, con un pedazo de algodón mojado en alcohol (que nunca le falta) lo exprimió todo. Ahora se lo ve buen mozo y alegre caminar orgulloso sin ese temeroso flemón en el rostro. ¡Qué bueno!, bien por el tío Cornelio, ahora falta que San Antonio le conceda una fémina para que lo acompañe en sus días solitarios, ¿será mucho pedir?, no creo, hasta el ser más miserable merece que la vida, le, nos, de la oportunidad de vivir con la dignidad de un ser humano.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
El tío Cornelio tenía (digo tenía) un tumor en el rostro que atemorizaba al común de la gente; su adicción al alcohol, la pobreza y el abandono familiar y de las autoridades, agravaba su situación. No se continuó con la posible biopsia porque los simpatizantes de San Antonio, en el cual es el músico por excelencia, estaban decididos a llevarlo a la capital para someterlo a los exámenes necesarios en un centro especializado. Así que el tío Cornelio seguía con la vida que siempre tuvo, trabajando por un par de reales en cualquier casa que le servía para su aguardiente, sus cigarrillos y sus panecillos para mitigar el hambre.
Este año para la fiesta de San Isidro Labrador, el mes de Mayo, el desprendido y carismático Alberto Zegarra Guerrero quiso que los danzantes de San Antonio se presentaran para variar y los visitantes, que no pueden venir para la fiesta del santo del amor, se fueran con la satisfacción de ver algo novedoso. Así que el tío Cornelio como el único músico, desde antes de la fiesta (en los ensayos), interpretaba las melodías soplando su quena especial día y noche. Imagínense como se ponía su protuberancia facial, más sus excesos y el descuido, era insufrible verlo.
Este mes de junio los danzantes y él estuvieron de fiesta en honor al santo San Antonio, todas las noches lo veneraban bailando y él tocando la quena junto con un tamborcillo. Uno de esas mañanas el tío se percató que un líquido salía del absceso (el esfuerzo de estar soplando todo el día y muy parte de la noche), y, con un pedazo de algodón mojado en alcohol (que nunca le falta) lo exprimió todo. Ahora se lo ve buen mozo y alegre caminar orgulloso sin ese temeroso flemón en el rostro. ¡Qué bueno!, bien por el tío Cornelio, ahora falta que San Antonio le conceda una fémina para que lo acompañe en sus días solitarios, ¿será mucho pedir?, no creo, hasta el ser más miserable merece que la vida, le, nos, de la oportunidad de vivir con la dignidad de un ser humano.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
1 comentario:
Sin duda una gran noticia Elmer...... besossssssss =)
Publicar un comentario