WITOTADAS
En el congelado Blog http://fuscan.blogspot.com/, leía con agrado la polémica de los simpatizantes de la tauromaquia y de los que pedían que estos actos eran más que criminales contra un animal fiero, pero noble. Las opiniones están para exponerlas usando argumentos coherentes y tanto de uno como los otros, lo hacían de manera brillante, qué lastima que se haya congelado.
Particularmente no soy aficionado a las corridas de toros, es cierto que es inhumano lo que hacen con este bravío animal (por las diferentes torturas que pasan antes de entrar al ruedo). Pero también me pregunto, cómo y por qué, a un hombre tan culto y ganador de un Premio Nobel, como Ernest Hemingway le encantaba, paseándose por todos los pueblitos donde se ofrecían estos espectáculos. Indudablemente, la multitud que se acarrea a las corridas de toros va en busca de emociones y para emocionarse, no tienen necesidad de que su vida corra peligro (salvo cuando el montaraz salte la barrera y pisoteé algunos cuerpos y ensarte con sus cornamentas a uno que otro), y, le baste con ver en peligro la vida del “mataorrr” y la del toro, que sabemos a veces muere de “n” puntillazos). ¿Egoísmo o ferocidad?
En Sucre, desde hace muchos años, se da la corrida en honor a nuestro Patrón San Isidro. Este año fueron tres tardes, desde el viernes 21 hasta el domingo 23 de mayo. La mayoría de visitantes se marcharon, el trabajo, la familia, a las ciudades donde viven. Sin embargo la feria brava, como todos los años, la hacen los vecinos celendinos, quienes vienen en caravanas para ver tan singular fiesta de pasodobles, sangre, arena y silbidos en contra de un mal diestro. La diversión se inicia desde que comienzan a hacer el ruedo, los niños, curiosos y demás, se aproximan los días anteriores a espectar cómo se va armando de a pocos el coso portátil. Los negociantes van llegando con sus novedades, los salchipollos, los cuyes fritos, los chicharrones con su canchita o mote, se pueden degustar antes que comience la fiesta brava.
Asistí los tres días, pero no entré dos. El primer día me quedé a las afueras, disfrutando el paso de las personas alrededor del coso, con sus mejores ropas, joyas y zapatos. Este año los vendedores del plástico para la lluvia se fueron de hocico, el clima estuvo estupendo, salvo la segunda tarde, que cayeron algunos goterones, pero sólo fue un asienta polvos. A los niños les llama poderosamente la corrida de toros, tanto así que tienen que pasar semanas para que fungiendo de toreros, banderilleros y toros, se diviertan en las esquinas de cada barrio y queden perennizados, en su fresca memoria, los pases, las levantadas y los nombres de los toreros que se lucieron este mayo.
Quedarse hasta la noche en los toldos, conversando con los despreocupados que entraron a ver al español David Gil, “…el único que arregló la tarde”, se escucha decir a uno de ellos en la otra mesa. Mientras que otros conversan por celular casi toda la noche, salen los tamalitos calientes con bastante rocoto, bien para el frío o para picarse y bajarla con una cervecita…sólo una. Los bohemios de siempre están en las chinganas que despiden humo en la entrada, ahí se fríen los cuyes y los chicharrones, para todo gusto hay, chicharrones desde un sol y cuyes desde cinco soles plato. Llegan los toreros con la banda que los acompaña con algunas melodías acorde con su paso por entre los curiosos y concurrentes a la tarde soleada.
El segundo día logré entrar a insistencia de un familiar que no quería entrar solo, con el sol dándonos de lleno en el rostro nos sentamos a observar a los matadores y a los rumiantes belicosos. Después de la primera faena, a observar qué amigo está cerca…con quién está, si están a secas o las cervezas circulan en el grupo. Por ahí uno que otro que te levanta la mano. Sale el franchute, un matador espigado, crespo y muy valiente…en un descuido el toro lo levanta y se rasga la calzona (pantalón) por el lado de las cuatro letras, un improvisado vendaje y a torear nuevamente. Los toros muertos son sacados por cuatro jóvenes que se ganaron la entrada para llevar a cabo este singular trabajo, dos de los cachos, uno del rabo y el otro de una pierna, como los animales no pasan de trescientos kilogramos, la tarea es sencilla. El anunciador dice a todos los asistentes que al día siguiente se lidiaran tantos toros y que para cerrar con broche de oro, “…gran quema de un castillo de cinco cuerpos y un gran baile social gratuito, amenizado…bla, bla…”. Los verdaderos amigos se detienen a la salida para un fuerte abrazo, el frío arrecia, urgente algún lugar abrigado, sí, las chinganitas esperan con su fogón prendido y una sonrisa a flor de piel de la guapa dependienta.
Último día, la gente pasa por el barrio desde muy temprano. La corrida comienza a las tres y desde las doce y media los parroquianos se dirigen a la plaza de toros. Cómo quedarse cuando los amigos, familiares y todo conocido y desconocido caminan rumbo a la fiesta. Vamos pues, es el último día, de acá hasta el próximo año. De lejos se ve a un buen amigo haciendo su cola para comprar la entrada, quiere ganar sitio en el “tendido” de sombra. No entraré, no hay ganas ni money, afuera con alguien lo pasaré conversando. Las pifias del respetable se escuchan fuertes, algún mataorr está “degollando” al sangrante rebelde de su noble raza.
Para qué regresar al pueblo, si a las diez habrá un castillo de cinco cuerpos y baile social. Acá nomás abriguémonos y esperemos…las brasas cercanas dan el calorcillo necesario y la cháchara continua. El póstumo bailecito, las luces se prenden y la orquesta abre la noche con ritmos juveniles y a bailar en el césped donde horas antes daban sus postreros estertores los nobles animales. Los organizadores no tomaron en cuenta la seguridad, los amigos de lo ajeno aprovecharon la borrachera de algunos paisanos para birlarles los celulares.
Hasta el próximo año mayito.
Elmer Castillo Díaz
En el congelado Blog http://fuscan.blogspot.com/, leía con agrado la polémica de los simpatizantes de la tauromaquia y de los que pedían que estos actos eran más que criminales contra un animal fiero, pero noble. Las opiniones están para exponerlas usando argumentos coherentes y tanto de uno como los otros, lo hacían de manera brillante, qué lastima que se haya congelado.
Particularmente no soy aficionado a las corridas de toros, es cierto que es inhumano lo que hacen con este bravío animal (por las diferentes torturas que pasan antes de entrar al ruedo). Pero también me pregunto, cómo y por qué, a un hombre tan culto y ganador de un Premio Nobel, como Ernest Hemingway le encantaba, paseándose por todos los pueblitos donde se ofrecían estos espectáculos. Indudablemente, la multitud que se acarrea a las corridas de toros va en busca de emociones y para emocionarse, no tienen necesidad de que su vida corra peligro (salvo cuando el montaraz salte la barrera y pisoteé algunos cuerpos y ensarte con sus cornamentas a uno que otro), y, le baste con ver en peligro la vida del “mataorrr” y la del toro, que sabemos a veces muere de “n” puntillazos). ¿Egoísmo o ferocidad?
En Sucre, desde hace muchos años, se da la corrida en honor a nuestro Patrón San Isidro. Este año fueron tres tardes, desde el viernes 21 hasta el domingo 23 de mayo. La mayoría de visitantes se marcharon, el trabajo, la familia, a las ciudades donde viven. Sin embargo la feria brava, como todos los años, la hacen los vecinos celendinos, quienes vienen en caravanas para ver tan singular fiesta de pasodobles, sangre, arena y silbidos en contra de un mal diestro. La diversión se inicia desde que comienzan a hacer el ruedo, los niños, curiosos y demás, se aproximan los días anteriores a espectar cómo se va armando de a pocos el coso portátil. Los negociantes van llegando con sus novedades, los salchipollos, los cuyes fritos, los chicharrones con su canchita o mote, se pueden degustar antes que comience la fiesta brava.
Asistí los tres días, pero no entré dos. El primer día me quedé a las afueras, disfrutando el paso de las personas alrededor del coso, con sus mejores ropas, joyas y zapatos. Este año los vendedores del plástico para la lluvia se fueron de hocico, el clima estuvo estupendo, salvo la segunda tarde, que cayeron algunos goterones, pero sólo fue un asienta polvos. A los niños les llama poderosamente la corrida de toros, tanto así que tienen que pasar semanas para que fungiendo de toreros, banderilleros y toros, se diviertan en las esquinas de cada barrio y queden perennizados, en su fresca memoria, los pases, las levantadas y los nombres de los toreros que se lucieron este mayo.
Quedarse hasta la noche en los toldos, conversando con los despreocupados que entraron a ver al español David Gil, “…el único que arregló la tarde”, se escucha decir a uno de ellos en la otra mesa. Mientras que otros conversan por celular casi toda la noche, salen los tamalitos calientes con bastante rocoto, bien para el frío o para picarse y bajarla con una cervecita…sólo una. Los bohemios de siempre están en las chinganas que despiden humo en la entrada, ahí se fríen los cuyes y los chicharrones, para todo gusto hay, chicharrones desde un sol y cuyes desde cinco soles plato. Llegan los toreros con la banda que los acompaña con algunas melodías acorde con su paso por entre los curiosos y concurrentes a la tarde soleada.
El segundo día logré entrar a insistencia de un familiar que no quería entrar solo, con el sol dándonos de lleno en el rostro nos sentamos a observar a los matadores y a los rumiantes belicosos. Después de la primera faena, a observar qué amigo está cerca…con quién está, si están a secas o las cervezas circulan en el grupo. Por ahí uno que otro que te levanta la mano. Sale el franchute, un matador espigado, crespo y muy valiente…en un descuido el toro lo levanta y se rasga la calzona (pantalón) por el lado de las cuatro letras, un improvisado vendaje y a torear nuevamente. Los toros muertos son sacados por cuatro jóvenes que se ganaron la entrada para llevar a cabo este singular trabajo, dos de los cachos, uno del rabo y el otro de una pierna, como los animales no pasan de trescientos kilogramos, la tarea es sencilla. El anunciador dice a todos los asistentes que al día siguiente se lidiaran tantos toros y que para cerrar con broche de oro, “…gran quema de un castillo de cinco cuerpos y un gran baile social gratuito, amenizado…bla, bla…”. Los verdaderos amigos se detienen a la salida para un fuerte abrazo, el frío arrecia, urgente algún lugar abrigado, sí, las chinganitas esperan con su fogón prendido y una sonrisa a flor de piel de la guapa dependienta.
Último día, la gente pasa por el barrio desde muy temprano. La corrida comienza a las tres y desde las doce y media los parroquianos se dirigen a la plaza de toros. Cómo quedarse cuando los amigos, familiares y todo conocido y desconocido caminan rumbo a la fiesta. Vamos pues, es el último día, de acá hasta el próximo año. De lejos se ve a un buen amigo haciendo su cola para comprar la entrada, quiere ganar sitio en el “tendido” de sombra. No entraré, no hay ganas ni money, afuera con alguien lo pasaré conversando. Las pifias del respetable se escuchan fuertes, algún mataorr está “degollando” al sangrante rebelde de su noble raza.
Para qué regresar al pueblo, si a las diez habrá un castillo de cinco cuerpos y baile social. Acá nomás abriguémonos y esperemos…las brasas cercanas dan el calorcillo necesario y la cháchara continua. El póstumo bailecito, las luces se prenden y la orquesta abre la noche con ritmos juveniles y a bailar en el césped donde horas antes daban sus postreros estertores los nobles animales. Los organizadores no tomaron en cuenta la seguridad, los amigos de lo ajeno aprovecharon la borrachera de algunos paisanos para birlarles los celulares.
Hasta el próximo año mayito.
Elmer Castillo Díaz
4 comentarios:
Hola Elmer:
Particularmente no me gustan las corridas de toros, pero respeto los gustos de los demás; por lo visto las fiestas estuvieron buenas.... Milagro que tú no perdiste el celular.
Un abrazo.
Hola Anónimo:
Las fiestas se alargaron, pero hubo una semana de paro, aunque no eh, El Comandante falleció y también fueron días de congoja y duelo y en Sucre fue un acontecimiento sin igual, también se tomo, chaccho; despidiéndolo.
Mi celular, el caco no lo lleva, muy baratieli. Los que estuvieron al orden de la noche, fueron esos Black Berry, los choros tienen buen ojo, el mio?...naaaaaaaaaaaaa
Un abrazo anónimo.
Elmer
Pues mira que recien vengo a leer (la chamba tio ufffffff) en fin, pues te diré.... no se si ya lo sepas, pero yo si soy aficionada a los toros, me gusta, no lo puedo negar, lamento mucho si no soy del todo angelical como debiera pero.... es algo que llevo en la sangre desde niña, mi padre Serrano Ayacuchano era muy aficionado, ibamos muchas de nuestras tardes de octubre a Acho y pues.... ya te podrás imaginar..
un beso Elmer..
Mejor te dejo el comentario aquí, lo iba a dejar en Chungo y Batán pero me chupe jjejejejeje muakssssssssssss
Tía:
El que nos guste o no la corrida es personal, si te contara, una vez entré a Acho en Lima, ufffff, la pituquería en su más alto grado social, ....aunque no lo creas, me gustó ese ambiente. Algún día lo esscribiré, ahora que lo recuerdo.
Chupe?...tía está perdiendo condiciones eh.
Un abrazo fuerte Paty.
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