Hace muchos años tenía en mente conversar con Edwin a solas, de José a José. Siempre estaba a full con su tiempo, más aún, cuando vivo el tenor Luciano Pavarotti a los tres días de su relax, insistentemente lo llamaba, pues era necesaria su presencia. Ahora con su empresa International Opera Management, puede disfrutar un poco más de su familia y por supuesto de los que nos consideramos sus amigos. Fui a saludarlo en Navidad y acordamos salir a platicar el sábado 27. Un día antes de encontrarnos, nuestro querido amigo Alberto Zegarra pasaba por mi casa diciéndome, “Vamos a sacar a mi promoción para meterle dos chelas…con sus sevillanos…”; no lo encontramos. Así que el cebiche formó parte del almuerzo ese día con algunas “rubias” resfriadas que el calor lo ameritaba. Con copas demás, Alberto, en esos arrebatos propios de su carácter impetuoso, “…vamos a ver a mi amigo, yo lo saco…”, su deseo de encontrar a su chochera era apasionada (los puntos suspensivos son más o menos las palabras textuales eh). Lo decía con el pecho henchido de orgullo tratando de explicar a los dos nuevos acompañantes quién era Edwin. Con carro a disposición volvimos a la morada de Edwin, que por cierto es vecino de barrio, “…vamos a estar al frente…entonces lo espero, ok”. No tuvo escapatoria, la grandeza se demuestra en la humildad. Se acercó lo más cordial y compartió anécdotas y muchos recuerdos. Los nuevos acompañantes no le prestaron la mínima atención, así que las añoranzas y los viajes por el mundo de Edwin se combinaron de una manera dulce, pues allá ellos. Tanto así que cuando nos despedimos de Tino, uno de ellos se atrevió a manifestar; “que le parecía una persona común y corriente”, tenía razón, cómo saberlo si no lo escuchaba.
El sábado a las quince horas en punto estaba en la puerta de mi casa, (todo un anglosajón en el horario), con un librito bajo el brazo que me trajo de regalo, (qué come qué adivina lo que me gusta) y nos enrumbamos por la periferia de Cajamarca. No es una entrevista, sólo es una charla y disfrútenla como la disfruté en su momento.
Edwin, ¿cuál fue el choque emocional que tuviste al llegar a trabajar con alguien que sus extravagancias, como todo genio, no existía para ti; llegaste a jalar cables, luces,… o de frente llegaste a lado del Maestro?
Negrito, de frente llegué a su lado. Pero los primeros años mi mente me decía, te vas a despertar, no podía creerlo. Un huauqueño sanguero acá, comiendo estos manjares, viajando en avión en primera, hoteles de lujo que cuando entré por primera vez no sabía por qué había tantos botones en el baño de la habitación, acostumbrado en Sucre a ir a la pampa o a la “juguería” a meterle su corner y si no había papel, las hojas del eucalipto eran mejor que los papeles higiénicos con aloe. ¡Claro que me chocó!
La prensa, tú conoces mucho de eso, deslizó un rumor. Se hablaba de un buen dinero dejado en el testamento por el Big Luciano no tan sólo a ti, sino a Verónica, qué hay de cierto y a la vez es una pregunta de cajón.
Mi Maestro en cierta oportunidad, cuando le comentaba los titulares de la prensa mundial acerca de su “supuesta evasión de impuestos”, qué fue tremenda, me contestó: “Tino, no me preocupa que hablen bien o mal de mi persona, me voy a preocupar cuando no hablen de mi”. Luciano, a solas le podía decir Luciano, tenía un jardinero que estaba con él más de veinte años, su cocinera lo conocía de niño; ellos tenían más derecho, no crees. Y no me extraña que no lo haya hecho, pues su mejor herencia es lo que me ha enseñado, el mundo y su gente. Ahora que él no está, me muevo en el mundo artístico y ese es mi trabajo. No soy adinerado, simplemente plasmo en mi nueva vida lo que mi jefe algún día me enseñó, vivir feliz con lo que se tiene.
Dentro de esos rumores medio malvados, hay uno que siempre he querido saberlo, qué mejor que contigo. Cuánto hay de cierto que Pavarotti no sabía leer música.
Es difícil creer eso, un hombre tan disciplinado en lo que hacia. En los ensayos, frente a unos ochenta músicos, una Orquesta Sinfónica, donde hay treinta violines, chelos, piano, un sin fin de instrumentos, él corregía a tal o cual por avanzar o estar a destiempo con las melodías. Puede ser que no haya sabido leer música, démosle la razón a los rumores, pero con ese oído privilegiado ¿para qué hubiese querido leer? Pero, no Negro, sabía leer, aún más, escribía y enseñaba música, los del mundo de la música (los mejores cantantes, ídolos eternos) querían cantar a su lado. Siempre va a ver algo de qué hablar del Jefe; seguro.
Otra de cajón, el ser humano es un cofre de sorpresas, mientras más sorpresas es más rico en vivencias. leyendo a un amigo, William Guillen Padilla, hacía suponer que el vate Vallejo habría sido futbolista por que encontró encima de su tumba, en Montparnasse, una camiseta bicolor con el número 11, se imaginó William que: porqué no Vallejo de futbolista? Así mismo, qué secretillos en su comida, su trato, las mujeres, sueños…, podrías contar de Luciano Pavarotti, sin llegar a ofender la memoria del gran tenor por supuesto eh.
Interesante lo de Vallejo, Negro. Luciano era exquisito en sus gustos, en todo Negro eh. Una vez al mes nos decía que quería comerse un Lomito saltado, lo comía con un gusto que nos provocaba repetir otro plato. Para asentar el Lomito siempre estaba el Pisco sour, “una delicia”; decía. Eso sí, peruano el pisco. No le gustaba escuchar sus interpretaciones, era tan detallista y perfeccionista que encontraba algunas fallas, en cierta oportunidad dejó plantado a un amigo en plena cena por ponerle de fondo una interpretación suya, pensaba el amigo en congraciarse, pero le fue fatal. A veces cuando escuchaba una Salsa, se divertía haciendo algunos pasitos, le gustaba mucho reír, su excelente buen humor llenaba el lugar a donde llegaba. Un hombre muy caritativo, bondadoso con los pobres.
Qué hay de cierto lo de Nicolette, es tanto así como lo describe la prensa.
Sin comentarios Negro, secreto profesional.
Entiendo. Una foto tuya me sorprendió hace días, ¿estás “tratando” de dominar un balón? O me estoy volviendo viejo, inclusive, quieres tener una pichanguita contra mi, ¿no temes quedar mal? Tendrás que tener tu cilindro de kerosén para después del partidito.
No creas Negro, ahora en Módena practico mi pelota, no te va a ser fácil llevarme, en Sucre, en el canchón histórico, tiene que ser. Y si pierdo, las “tías” son tuyas y si pierdes, la media bucha de cañazo es tuya, esa es la apuesta.
Lo voy a lamentar, pero se quedarán acá esas “tías”, seguro. En cierta oportunidad, me contabas que un paisano receloso te había dicho que no podía compartir algunas vivencias ni estrechar tu mano porque le parecía que eras superior. En cierta forma hay algo de cierto, ¿por qué? Mira, de arranque, ahora que estamos solos, cómo no sentir cierto recelo sabiendo que mis tabas son de Trujillo y que me han costado 60 morlacos, mientras los tuyos, estoy casi seguro, que pasan los 300 Euros. Mis viajes a la Capital los realizo a la salida, de ida y vuelta, con el riesgo de que nos quedemos botados en cualquier parte, como me ha sucedido. Sin embargo viajar en primera clase en avión, con su champagne, una linda aeromoza, sala de espera especial, algo que ni en sueños puedo tenerlo, de hecho que eres de alguna manera superior, ¿no crees? Como me decía Josheritas, “ese muchacho es privilegiado, para que le haya caído en gracia a una persona como Pavarotti, tiene que ser muy especial, cualquiera no tiene ese privilegio”.
(Con una sonrisa de oreja a oreja),…un poco exagerado tu comentario, pero no te falta razón. Seguro, son años trabajando a lado de Luciano, con mi empresa no tengo inconvenientes de dinero, como te dije, no me considero rico, pero si puedo darme algunos gustos. Ahora vivo en Módena, en una casita pequeña, soy vecino y amigo de Diego Flores, quien vive en una mansión. Me considero un ejecutivo, al mes hago más de seis viajes por todo el mundo y sí, me deja algunos réditos, el porcentaje de todo empresario, creo que es suficiente como para darme mis gustos, pero ojo Negrito, “El hábito no hace al monje”, siempre seguiré siendo el “Compañero de celda”, mis sentimientos no hay sufrido variación alguna, sigo siendo el “huauqueño sanguero”, que extraña su caldo verde de huacatay, culantro, hierba buena, ruda, perejil y paico, con su huevo chicoteado, su quesillo, su papa blanca y su rocoto molido en batán, y como que “toj, toj”, (risas) envidia de dioses Negro. Extraño ir al Pachamango a comer las curpas, los famosos tamales, caminar la Misionera en la madrugada soportando la helada y llegar sano ya a Sucre. Amo a mi tierra, mi Minopampa. Te cuento un secreto Negro, son más de tres veces que he ido a Sucre, pero no he podido entrar a mi casa, siento una nostalgia que me impide hacerlo, es algo superior a mi personalidad. Estoy queriendo construir un par de cuartos, me gustaría irme a vivir mi vejez a Sucre, de eso estoy seguro.
El 2010 es las Bodas de Plata de tu promoción de colegio, ¿estarás con ellos?
Como sea Negro, eso no me lo pierdo por nada del mundo. Allí estaré con esos amigos que compartí mi adolescencia, juegos, mataperradas, ¡Claro que sí!
La charla no se detuvo, el automóvil no dejaba de dar vueltas y más vueltas, hasta que sentimos la necesidad de tomarnos dos cervecitas, donde la conversación fue un poco más íntima. Si Edwin me da el visto bueno, podría seguir la segunda parte, pero creo que por hoy es suficiente.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
El sábado a las quince horas en punto estaba en la puerta de mi casa, (todo un anglosajón en el horario), con un librito bajo el brazo que me trajo de regalo, (qué come qué adivina lo que me gusta) y nos enrumbamos por la periferia de Cajamarca. No es una entrevista, sólo es una charla y disfrútenla como la disfruté en su momento.
Edwin, ¿cuál fue el choque emocional que tuviste al llegar a trabajar con alguien que sus extravagancias, como todo genio, no existía para ti; llegaste a jalar cables, luces,… o de frente llegaste a lado del Maestro?
Negrito, de frente llegué a su lado. Pero los primeros años mi mente me decía, te vas a despertar, no podía creerlo. Un huauqueño sanguero acá, comiendo estos manjares, viajando en avión en primera, hoteles de lujo que cuando entré por primera vez no sabía por qué había tantos botones en el baño de la habitación, acostumbrado en Sucre a ir a la pampa o a la “juguería” a meterle su corner y si no había papel, las hojas del eucalipto eran mejor que los papeles higiénicos con aloe. ¡Claro que me chocó!
La prensa, tú conoces mucho de eso, deslizó un rumor. Se hablaba de un buen dinero dejado en el testamento por el Big Luciano no tan sólo a ti, sino a Verónica, qué hay de cierto y a la vez es una pregunta de cajón.
Mi Maestro en cierta oportunidad, cuando le comentaba los titulares de la prensa mundial acerca de su “supuesta evasión de impuestos”, qué fue tremenda, me contestó: “Tino, no me preocupa que hablen bien o mal de mi persona, me voy a preocupar cuando no hablen de mi”. Luciano, a solas le podía decir Luciano, tenía un jardinero que estaba con él más de veinte años, su cocinera lo conocía de niño; ellos tenían más derecho, no crees. Y no me extraña que no lo haya hecho, pues su mejor herencia es lo que me ha enseñado, el mundo y su gente. Ahora que él no está, me muevo en el mundo artístico y ese es mi trabajo. No soy adinerado, simplemente plasmo en mi nueva vida lo que mi jefe algún día me enseñó, vivir feliz con lo que se tiene.
Dentro de esos rumores medio malvados, hay uno que siempre he querido saberlo, qué mejor que contigo. Cuánto hay de cierto que Pavarotti no sabía leer música.
Es difícil creer eso, un hombre tan disciplinado en lo que hacia. En los ensayos, frente a unos ochenta músicos, una Orquesta Sinfónica, donde hay treinta violines, chelos, piano, un sin fin de instrumentos, él corregía a tal o cual por avanzar o estar a destiempo con las melodías. Puede ser que no haya sabido leer música, démosle la razón a los rumores, pero con ese oído privilegiado ¿para qué hubiese querido leer? Pero, no Negro, sabía leer, aún más, escribía y enseñaba música, los del mundo de la música (los mejores cantantes, ídolos eternos) querían cantar a su lado. Siempre va a ver algo de qué hablar del Jefe; seguro.
Otra de cajón, el ser humano es un cofre de sorpresas, mientras más sorpresas es más rico en vivencias. leyendo a un amigo, William Guillen Padilla, hacía suponer que el vate Vallejo habría sido futbolista por que encontró encima de su tumba, en Montparnasse, una camiseta bicolor con el número 11, se imaginó William que: porqué no Vallejo de futbolista? Así mismo, qué secretillos en su comida, su trato, las mujeres, sueños…, podrías contar de Luciano Pavarotti, sin llegar a ofender la memoria del gran tenor por supuesto eh.
Interesante lo de Vallejo, Negro. Luciano era exquisito en sus gustos, en todo Negro eh. Una vez al mes nos decía que quería comerse un Lomito saltado, lo comía con un gusto que nos provocaba repetir otro plato. Para asentar el Lomito siempre estaba el Pisco sour, “una delicia”; decía. Eso sí, peruano el pisco. No le gustaba escuchar sus interpretaciones, era tan detallista y perfeccionista que encontraba algunas fallas, en cierta oportunidad dejó plantado a un amigo en plena cena por ponerle de fondo una interpretación suya, pensaba el amigo en congraciarse, pero le fue fatal. A veces cuando escuchaba una Salsa, se divertía haciendo algunos pasitos, le gustaba mucho reír, su excelente buen humor llenaba el lugar a donde llegaba. Un hombre muy caritativo, bondadoso con los pobres.
Qué hay de cierto lo de Nicolette, es tanto así como lo describe la prensa.
Sin comentarios Negro, secreto profesional.
Entiendo. Una foto tuya me sorprendió hace días, ¿estás “tratando” de dominar un balón? O me estoy volviendo viejo, inclusive, quieres tener una pichanguita contra mi, ¿no temes quedar mal? Tendrás que tener tu cilindro de kerosén para después del partidito.
No creas Negro, ahora en Módena practico mi pelota, no te va a ser fácil llevarme, en Sucre, en el canchón histórico, tiene que ser. Y si pierdo, las “tías” son tuyas y si pierdes, la media bucha de cañazo es tuya, esa es la apuesta.
Lo voy a lamentar, pero se quedarán acá esas “tías”, seguro. En cierta oportunidad, me contabas que un paisano receloso te había dicho que no podía compartir algunas vivencias ni estrechar tu mano porque le parecía que eras superior. En cierta forma hay algo de cierto, ¿por qué? Mira, de arranque, ahora que estamos solos, cómo no sentir cierto recelo sabiendo que mis tabas son de Trujillo y que me han costado 60 morlacos, mientras los tuyos, estoy casi seguro, que pasan los 300 Euros. Mis viajes a la Capital los realizo a la salida, de ida y vuelta, con el riesgo de que nos quedemos botados en cualquier parte, como me ha sucedido. Sin embargo viajar en primera clase en avión, con su champagne, una linda aeromoza, sala de espera especial, algo que ni en sueños puedo tenerlo, de hecho que eres de alguna manera superior, ¿no crees? Como me decía Josheritas, “ese muchacho es privilegiado, para que le haya caído en gracia a una persona como Pavarotti, tiene que ser muy especial, cualquiera no tiene ese privilegio”.
(Con una sonrisa de oreja a oreja),…un poco exagerado tu comentario, pero no te falta razón. Seguro, son años trabajando a lado de Luciano, con mi empresa no tengo inconvenientes de dinero, como te dije, no me considero rico, pero si puedo darme algunos gustos. Ahora vivo en Módena, en una casita pequeña, soy vecino y amigo de Diego Flores, quien vive en una mansión. Me considero un ejecutivo, al mes hago más de seis viajes por todo el mundo y sí, me deja algunos réditos, el porcentaje de todo empresario, creo que es suficiente como para darme mis gustos, pero ojo Negrito, “El hábito no hace al monje”, siempre seguiré siendo el “Compañero de celda”, mis sentimientos no hay sufrido variación alguna, sigo siendo el “huauqueño sanguero”, que extraña su caldo verde de huacatay, culantro, hierba buena, ruda, perejil y paico, con su huevo chicoteado, su quesillo, su papa blanca y su rocoto molido en batán, y como que “toj, toj”, (risas) envidia de dioses Negro. Extraño ir al Pachamango a comer las curpas, los famosos tamales, caminar la Misionera en la madrugada soportando la helada y llegar sano ya a Sucre. Amo a mi tierra, mi Minopampa. Te cuento un secreto Negro, son más de tres veces que he ido a Sucre, pero no he podido entrar a mi casa, siento una nostalgia que me impide hacerlo, es algo superior a mi personalidad. Estoy queriendo construir un par de cuartos, me gustaría irme a vivir mi vejez a Sucre, de eso estoy seguro.
El 2010 es las Bodas de Plata de tu promoción de colegio, ¿estarás con ellos?
Como sea Negro, eso no me lo pierdo por nada del mundo. Allí estaré con esos amigos que compartí mi adolescencia, juegos, mataperradas, ¡Claro que sí!
La charla no se detuvo, el automóvil no dejaba de dar vueltas y más vueltas, hasta que sentimos la necesidad de tomarnos dos cervecitas, donde la conversación fue un poco más íntima. Si Edwin me da el visto bueno, podría seguir la segunda parte, pero creo que por hoy es suficiente.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
1 comentario:
Excelente!!!!!!! 10 puntazos guapo muaaaaaaaaakkkkkk
Publicar un comentario