
El cajamarquino, verdadero cajacho, ama sus carnavales. Cierto es que contumacinos, celendinos, bambamarquinos,…, etc., son cajamarquinos, pero por la demarcación geográfica y política. Así como un shilico espera ansioso la fiesta de su Virgen del Carmen, o, un octubre (28) para los amigos de San Marcos, y a los hijos de “Nido de cóndores” en septiembre por su Patrón San Mateo,…, cada provincia y distrito, qué digo, los caseríos (¿cómo no va a extrañar mi amigo Secundino las fiestas de La Quinuilla?), gozan de su fiesta y esperan once meses para hacerlo, a su estilo. Recuerdo muy bien esas broncas algo infantiles pero que aún de viejos tiene un significado que siempre me agrada. Cuando me decían shilico (amo tanto a Sucre que me siento parte de él, con la venia de los verdaderos eh), les contestaba, “yo soy de Sucre, Celendín está más allacito”, “…pero pertenece a Celendín, o no?”, “...claro, geográficamente soy de Celendín, pero personalmente soy de Sucre”. Inclusive, cuando el equipo de San Isidro Labrador llegó a disputar la Copa Perú, en esos “añales”, los comentaristas deportivos decían, “…el equipo shilico…”, no podíamos decir nada, hubiese sido tonto reclamar, pero en el fondo nos hubiera gustado más, que nos dijeran: “el equipo huauqueño o sucreño”.
Los carnavales, mis hijos son cajachos, en la Ciudad del Cumbe comienzan el primero de enero de cada año y terminan casi en abril. A unas cuantas horas que han quemado el muñeco del año viejo, ya el cajamarquino, (joven eh) está mojando. No importa el estado de tiempo, con un sol atosigante o con una lluvia de esas tipo diluvio; “Por que mi Dios haría carnavales en febrero, para andar en tanto barro y tantísimo aguacero” Los jóvenes, sin importar el género, que se atreven o tiene su academia por el centro de la ciudad, van preparadas a recibir sus globazos, a veces no sabes de qué parte te llegó. Algunos muchachos incentivados por ciertas espirituosas no respetan la edad, eso sí, no he visto hasta hoy que mojen a alguna dama que este de luto, seria delincuencial y hasta penado. La Plaza de Armas por las noches se vuelve un verdadero jolgorio, en grupos cantan, bailan, toman, fuman y gozan sus carnavales. Algo ya modernizado en estos tiempos, paran el carro, ponen sus equipos a todo volumen y también se divierten. Carnaval es carnaval.
Hasta que vienen los días centrales, hay que tener cuerpo para soportar todo el trajín, jueves de Compadres en el barrio de San Pedro. Tradicional, desde temprano ya están los cumpas celebrando y si se han hecho compadres en febrero, pues ni modo, brindemos, cantemos, alegrémonos cumpita, cumita. Todo puede faltar, menos alegría. La elección de las Reinas en el Coliseo de San Ramón con lleno total de los barrios e invitados de lujo.
Hasta que llegan los tres días de efervescencia, el sábado, salida de Ño Carnavalón. Esto sí es un loquerío, si quieres un masaje gratis con betún, pintura, grasa, polvo… ¡Bienvenido!, hay que ser medio mañosones para aventurarse a salir ese día…los jóvenes desbordan sus hormonas, el no saber quién, cómo, dónde, cuándo te van a meter la mano, al comienzo. te confunde, luego te acostumbras y aprovechas el anonimato para hacer lo mismo. Hay que tener mucho cuidado con los niños, es mejor acompañarlos y ver el desmadre de lejitos, como a los toros.
El domingo es más tranquilo, patrullas y comparsas. Los barrios se han preparado meticulosamente con anticipación para deleitar a los visitantes, la alegría y los colores es sin igual. La energía desbordante de los bailarines es incansable, saltos, gritos, euforia total.
Hasta que llega el Corso, lunes. Es el espectáculo favorito de los miles de turistas y de los propios cajamarquinos…saben que pronto acabarán sus carnavales. El problema es que no hay lugar, ni manera de acomodarse en uno de los sitios para admirar el paso de más de cinco horas de los participantes. Obligado a llevar esos ponchos para lluvia, no tan sólo por el posible efecto climático que sin duda estará presente, sino por que llueven globos de todos lados. He visto caer los globos a uniformados policías, que solo atinaban a sonreír, pues emprender con alguien le resultaría más perjudicial…los globos podrían ser su castigo. Desde temprano se ve a la gente caminar buscando sitio, acá los negociantes hacen su agosto. La vía de evitamiento, recién hace algunos años se hace por esta, se llena de extremo a extremo de multicolor. Ancianos, adultos, adolescentes, niños, con sus mejores ropas (solo agua reciben) deambulan con sus baldes llenos de globos. Los camiones son parapetos, se cuadran en las esquinas llenas de gente de donde salen proyectiles redondos llenos de agua apuntando a los que creen cuidarse. Las cervezas, la chicha, el aguardiente…tragos habidos y por haber, según la economía, pasan de mano en mano brindando por ese día. Las coplas jocosas y medio malcriadas divierten al escuchante animándolo a interpretar otra que de a pocos le llega a la memoria, como me pasa. Soy testigo de amigos y amigas cajamarquinos agarrarse por horas en contrapunto, cantando cientos de coplas diferentes…ese rato hasta los canto, al día siguiente no canto ni tres seguidas, un completo inútil. Ese día lunes se les escucha a los carnavaleros, “No te vayas carnaval, quédate unos días más…si te encaprichas y te vas, yo te sigo por detrás…”. Desde las ocho de la mañana, hasta pasada las cuatro el pueblo se deleita, ha cantado y bebido por varios días…la garganta no le da más, ve que su fiesta se acaba, y trata de despedirlo de la mejor manera, cantando y bailando.
Así que salud y, “…vayámonos, vayámonos compañeritos, que vengan otros…”.
Los carnavales, mis hijos son cajachos, en la Ciudad del Cumbe comienzan el primero de enero de cada año y terminan casi en abril. A unas cuantas horas que han quemado el muñeco del año viejo, ya el cajamarquino, (joven eh) está mojando. No importa el estado de tiempo, con un sol atosigante o con una lluvia de esas tipo diluvio; “Por que mi Dios haría carnavales en febrero, para andar en tanto barro y tantísimo aguacero” Los jóvenes, sin importar el género, que se atreven o tiene su academia por el centro de la ciudad, van preparadas a recibir sus globazos, a veces no sabes de qué parte te llegó. Algunos muchachos incentivados por ciertas espirituosas no respetan la edad, eso sí, no he visto hasta hoy que mojen a alguna dama que este de luto, seria delincuencial y hasta penado. La Plaza de Armas por las noches se vuelve un verdadero jolgorio, en grupos cantan, bailan, toman, fuman y gozan sus carnavales. Algo ya modernizado en estos tiempos, paran el carro, ponen sus equipos a todo volumen y también se divierten. Carnaval es carnaval.
Hasta que vienen los días centrales, hay que tener cuerpo para soportar todo el trajín, jueves de Compadres en el barrio de San Pedro. Tradicional, desde temprano ya están los cumpas celebrando y si se han hecho compadres en febrero, pues ni modo, brindemos, cantemos, alegrémonos cumpita, cumita. Todo puede faltar, menos alegría. La elección de las Reinas en el Coliseo de San Ramón con lleno total de los barrios e invitados de lujo.
Hasta que llegan los tres días de efervescencia, el sábado, salida de Ño Carnavalón. Esto sí es un loquerío, si quieres un masaje gratis con betún, pintura, grasa, polvo… ¡Bienvenido!, hay que ser medio mañosones para aventurarse a salir ese día…los jóvenes desbordan sus hormonas, el no saber quién, cómo, dónde, cuándo te van a meter la mano, al comienzo. te confunde, luego te acostumbras y aprovechas el anonimato para hacer lo mismo. Hay que tener mucho cuidado con los niños, es mejor acompañarlos y ver el desmadre de lejitos, como a los toros.
El domingo es más tranquilo, patrullas y comparsas. Los barrios se han preparado meticulosamente con anticipación para deleitar a los visitantes, la alegría y los colores es sin igual. La energía desbordante de los bailarines es incansable, saltos, gritos, euforia total.
Hasta que llega el Corso, lunes. Es el espectáculo favorito de los miles de turistas y de los propios cajamarquinos…saben que pronto acabarán sus carnavales. El problema es que no hay lugar, ni manera de acomodarse en uno de los sitios para admirar el paso de más de cinco horas de los participantes. Obligado a llevar esos ponchos para lluvia, no tan sólo por el posible efecto climático que sin duda estará presente, sino por que llueven globos de todos lados. He visto caer los globos a uniformados policías, que solo atinaban a sonreír, pues emprender con alguien le resultaría más perjudicial…los globos podrían ser su castigo. Desde temprano se ve a la gente caminar buscando sitio, acá los negociantes hacen su agosto. La vía de evitamiento, recién hace algunos años se hace por esta, se llena de extremo a extremo de multicolor. Ancianos, adultos, adolescentes, niños, con sus mejores ropas (solo agua reciben) deambulan con sus baldes llenos de globos. Los camiones son parapetos, se cuadran en las esquinas llenas de gente de donde salen proyectiles redondos llenos de agua apuntando a los que creen cuidarse. Las cervezas, la chicha, el aguardiente…tragos habidos y por haber, según la economía, pasan de mano en mano brindando por ese día. Las coplas jocosas y medio malcriadas divierten al escuchante animándolo a interpretar otra que de a pocos le llega a la memoria, como me pasa. Soy testigo de amigos y amigas cajamarquinos agarrarse por horas en contrapunto, cantando cientos de coplas diferentes…ese rato hasta los canto, al día siguiente no canto ni tres seguidas, un completo inútil. Ese día lunes se les escucha a los carnavaleros, “No te vayas carnaval, quédate unos días más…si te encaprichas y te vas, yo te sigo por detrás…”. Desde las ocho de la mañana, hasta pasada las cuatro el pueblo se deleita, ha cantado y bebido por varios días…la garganta no le da más, ve que su fiesta se acaba, y trata de despedirlo de la mejor manera, cantando y bailando.
Así que salud y, “…vayámonos, vayámonos compañeritos, que vengan otros…”.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
DNI: 26731147
Posdata: Christian Velásquez, joven profesional, jugador del San Isidro Labrador, desea que se continué con la dirección del equipo, sin apoyo de las autoridades va a ser muy difícil, el año pasado se hizo mucho casi sin nada. Gracias ahijado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario