Inquietudes

WITOTADAS

Agosto 2009

En los pequeños pueblos podemos encontrar todo tipo de personas. Y al ser pequeño el poblado, los conocemos a todos. Ahí está el sastrecillo, con el poncho encima pese al sofocante calor y su andar rengo. El peluquero, ahora llamados huachafamente estilistas, aprovechando su sobriedad para que nos corte el pelo, si la “agarra” tendríamos que esperar un par de meses, por cierto, es todo un artista con cualquier cabeza. El matemático, que cansado de tanto número se esconde para que los alumnos desaprobados no lo molesten cuando les dejan trabajos inmisericordes. El bodeguero, quien nos ofrece un cigarrillo para hacerle compañía y platicar por horas y así evitar la lasitud de estar solo. El alcalde que escapa de todos, bordeando el pueblo, para evitar las quejas y los pedidos de los vecinos. El borrachín que busca un poco de compañía a su soledad. El pelotero andando en ropa deportiva de un barrio a otro, en busca de jugadores para mover la redonda. El malcriado que busca camorra a los que no piensan como él. El músico, con los parlantes de su casa a todo volumen cantando desafinado algunas melodías modernas. Algunos concejales tratando de dar explicaciones con su retórico y pésimo Castellano. El lector, quien de esquina a esquina de pasea con los ojos bien puestos en un buen libro. El loco de la bicicleta paseando raudo por las calles. Los ladronzuelos a la espera que alguien descuide su puerta para birlarle algo de valor. El mariconcito tejiendo su sombrero para su comida de la semana. Los timberos, a la espera del chivo para desplumarlo. Los que se sientan en las esquinas para hablar el mal de todos y todas. Los “coquios”, quienes se reúnen por las noches a masticar la hoja sagrada de los Incas. El enamorador, aprovechando su floro para conquistar cualquier damita que se pasea por las calles para abordarla y acompañarla. El loquito que anda de un lado a otro hablando solo de sus recuerdos. El tío garañón. El sobrino estudioso y preguntón…, todos están ahí, conviviendo y llenando los espacios vacíos de la vida en nuestro pueblo lleno de experiencias y emociones.

Todos los días se los ve, éstos forman parte del folclore y la cultura de nuestro pueblo. Pero hay uno que particularmente me da curiosidad. Su alías es el de un plumífero tierno. Presuntuoso y ridículo. Si se trata de una construcción pública o privada, él entiende más que los ingenieros y arquitectos. Si de enfermedades, para él todos los médicos son unos idiotas. Si de política, él mira de abajo hacía arriba a las personas más eminentes. Si lo cuestionan sobre derecho, se atreve a corregir a un jurisconsulto encumbrado en los tribunales. Hasta en Literatura, Vargas Llosa queda tieso, imagínense lo que son mis Witotadas para este critico que superó largamente a Marco Aurelio Denegri. Todo un personaje, un verdadero zascandil. No hay nada ni nadie bueno para esta enciclopedia andante.



Elmer Castillo Díaz
DNI: 26731147