WITOTADAS/Octubre 2009
Nuestro entorno familiar es de, abuelos, padres, hermanos, tíos, sobrinos, ¿quién no los tiene? Debe ser algo extraño el ser hijo único, de otro hijo único, a quién le dices tío y cuando crezcas, sobrino. Felizmente nuestros ancestros han sido, demasiado, trabajadores en los menesteres de descendencia. Pareciera que el tener más hijos hubiese sido una competencia, ganaba el que más tenía…y no eran pocos, conozco abuelitos con las abuelitas que llegaron a tener más de veinte, ¡Pobres abuelas por Dios!, mis primos Zamora pasan de la veintena de hermanos (como dicen en Sucre, “una tracalada”). Seguro que la mamá delegaba funciones, del cuidado de los menores, a los mayores conformes iban creciendo, no le quedaba otra, imagínense la tarea de estar atenta con todos ellos.
Ahora con esto de la Planificación familiar (preservativos, DIU, ampollas, ritmo, píldoras del día siguiente…), la pobreza; yéndonos más allá, las mujeres conservan su cuerpo (las estrías, el abdomen les crece, la celulitis, etc.), no le dan de lactar porque se les malogran los pechos, los adinerados adoptan criaturas abandonadas para que ellas sigan teniendo la apariencia de su juventud. Me decía una tía, “tener hijos es un problema, no tenerlos es peor”, nunca tuvo uno y quería que mi hermano menor se quedara con ella, mi madre, pese a su pobreza y viudez, no aceptó. “Tres manda la ley”, me parece que tres vástagos es un buen numero, algunos dirán, “con dos y si es pareja, suficiente”, cada pareja según sus condiciones elegirá cuántos tener.
Las costumbres de los pueblos son ricas en particularidades, mi madre, que es neta huauqueña, me enseñó a tratar a las personas mayores como tías y tíos. Desde pequeños, en Huánuco, le decíamos tías a dos primas hermanas, ahora ya abuelo, les sigo diciendo tías, no puedo quitarme la idea de que sean mis primas, claro, pasan de los setenta años, es imposible decirles “hola Juana o qué tal Anatolia” y ellas me siguen tratando de sobrino, hasta propinas me siguen dando. Con las hijas de ellas nos criamos juntos y ninguna me dice tío, o sea ya soy un tío bisabuelo, pues ellas tienen nietos.
Al llegar a Sucre se fue formando un vínculo más estrecho en esto de la familiaridad, toda persona mayor tiene algún parentesco por algún lado con nosotros, aún así sea en décimo grado y por ende, sus hijos son primos. Que no les parezca raro a los visitantes a nuestro Huauco escuchar saludarse, por todas sus calles, a todos, con: “buenas días tío Salucho, buenas tardes tía Moya, buenas noches tío Cornelio…”. Y si no saludas a alguien mayor, este te llama y te pregunta, “¿de quién eres hijo vos?”, “de Rosalía señor”, “Rosalía qué”,…, “ahhh, de mi Rosita de Minopampa, hermana de tal y cual, yo soy tu tío, sobrino, tú mamá es mi prima, mi padre con la madre de Rosita han sido primos porque ella es hija de…”, y las explicaciones se dan, aunque no entendemos nada, la próxima vez que nos encontremos, simplemente será, “buenos días tío” y asunto solucionado. A mi me parece de lo más simpático, es como vivir en una inmensa casa y cuando sales ahí están los tíos y sobrinos, a la espera de un saludo cariñoso, nos extrañan y los extrañamos cuando no los vemos, ese es mi Huauco.
Pero las cosas no quedan ahí. En cierta oportunidad mi buen amigo Emerson Rojas Mori me llevó a una reunión de paisanos en Lima. Alguien me preguntó, “¿y tú de dónde eres?”, “de Sucre”, “¿cómo te apellidas?”, “Castillo”, “entonces me estás mintiendo, Castillo no hay en Sucre”, “pues ahora lo hay”. Tenía mucha razón. A Sucre, en especial al barrio de Minopampa, llegamos varios apellidos extraños (para el común denominador: Zegarra, Silva, Díaz, Aliaga, Chávez, etc.): Del Águila, Quito, Castillo, Tinoco, Cotrina, que de a pocos se fueron convirtiendo en parte de su historia, reciente, pero formando la semblanza cultural del pueblo. Cómo no sentirme orgulloso cuando algún shilico, de mis años, me reconoce y dice, “cómo no voy a conocer al Negro Castillo, el huauqueño sanguero, que jugaba en el San Isidro Labrador cuando nos sacaban la mela en esos años”, y, claro, no me queda otra que sacar pecho.
En algunas familias huauqueñas hay un legado muy especial, casi olvidado, pero es agradable escucharlo y leerlo, en esta ocasión. He visto y oído decir “papá” a los hermanos del padre. Me explico, que nuestros hijos le digan papá a nuestros hermanos. La diferencia es que el papá va seguido del nombre del tío, por ejemplo en mi caso, mis hijos le dirían, “papá Coco” a mi hermano. Se está perdiendo está bonita costumbre, ahora nuestros hijos ya no nos dicen papá, sino, “hola Viejo o hola Vieja” o llamar por el nombre de pila a los tíos, hay más confianza con los jóvenes hoy en día, mejor, como el mexicano en la serie “Mi secretaria”, que saludaba a su padre, “Qué dices mi antiguo”
He recibido varios E-mails preguntándome el por qué del nombre de mi humilde columna. En Sucre creían que era por el “huitoto”, palabra antigua que significaba sordo. Pues nada de eso, tengo un oído de tísico, al menos cuando me dicen, “Negro, vamos a ponerle dos cervecitas” por más bajo que me lo digan. Witoto, viene de mi adolescencia en Huánuco, chaplin que hasta ahora me lo dicen cuando voy de visita a esa hermosa ciudad, por mis contemporáneos. Estaba de moda “Los Monkees”, grupo musical norteamericano, que influenciados por los ya famosos Beatles, sacaron una serie televisiva e interpretaban sus propias creaciones. Estos, con mucha ascendencia en la juventud, salieron en una de las series con un cerquillo en la frente. Ni corto ni perezoso me hice un corte de cabello con el flequillo en la frente. Cuando me presenté a mi buen primo Ángel Gayoso Castillo, ahora finado, orondo por el nuevo cortecillo, me dijo, “pareces un Witoto”, causando la algarabía de todos los amigos. Desde mis doce años lo llevo con mucha dilección, me es agradable. Witoto viene de la tribu de los Witotos, etnia de nuestra amazonía peruana, cuando vi imágenes de ellos, pude ver que llevan el cerquillo como parte de su identidad, bien por mi querido primo Ángel, dio en el clavo. De ahí las “Witotadas” mis estimados amigos.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
Ahora con esto de la Planificación familiar (preservativos, DIU, ampollas, ritmo, píldoras del día siguiente…), la pobreza; yéndonos más allá, las mujeres conservan su cuerpo (las estrías, el abdomen les crece, la celulitis, etc.), no le dan de lactar porque se les malogran los pechos, los adinerados adoptan criaturas abandonadas para que ellas sigan teniendo la apariencia de su juventud. Me decía una tía, “tener hijos es un problema, no tenerlos es peor”, nunca tuvo uno y quería que mi hermano menor se quedara con ella, mi madre, pese a su pobreza y viudez, no aceptó. “Tres manda la ley”, me parece que tres vástagos es un buen numero, algunos dirán, “con dos y si es pareja, suficiente”, cada pareja según sus condiciones elegirá cuántos tener.
Las costumbres de los pueblos son ricas en particularidades, mi madre, que es neta huauqueña, me enseñó a tratar a las personas mayores como tías y tíos. Desde pequeños, en Huánuco, le decíamos tías a dos primas hermanas, ahora ya abuelo, les sigo diciendo tías, no puedo quitarme la idea de que sean mis primas, claro, pasan de los setenta años, es imposible decirles “hola Juana o qué tal Anatolia” y ellas me siguen tratando de sobrino, hasta propinas me siguen dando. Con las hijas de ellas nos criamos juntos y ninguna me dice tío, o sea ya soy un tío bisabuelo, pues ellas tienen nietos.
Al llegar a Sucre se fue formando un vínculo más estrecho en esto de la familiaridad, toda persona mayor tiene algún parentesco por algún lado con nosotros, aún así sea en décimo grado y por ende, sus hijos son primos. Que no les parezca raro a los visitantes a nuestro Huauco escuchar saludarse, por todas sus calles, a todos, con: “buenas días tío Salucho, buenas tardes tía Moya, buenas noches tío Cornelio…”. Y si no saludas a alguien mayor, este te llama y te pregunta, “¿de quién eres hijo vos?”, “de Rosalía señor”, “Rosalía qué”,…, “ahhh, de mi Rosita de Minopampa, hermana de tal y cual, yo soy tu tío, sobrino, tú mamá es mi prima, mi padre con la madre de Rosita han sido primos porque ella es hija de…”, y las explicaciones se dan, aunque no entendemos nada, la próxima vez que nos encontremos, simplemente será, “buenos días tío” y asunto solucionado. A mi me parece de lo más simpático, es como vivir en una inmensa casa y cuando sales ahí están los tíos y sobrinos, a la espera de un saludo cariñoso, nos extrañan y los extrañamos cuando no los vemos, ese es mi Huauco.
Pero las cosas no quedan ahí. En cierta oportunidad mi buen amigo Emerson Rojas Mori me llevó a una reunión de paisanos en Lima. Alguien me preguntó, “¿y tú de dónde eres?”, “de Sucre”, “¿cómo te apellidas?”, “Castillo”, “entonces me estás mintiendo, Castillo no hay en Sucre”, “pues ahora lo hay”. Tenía mucha razón. A Sucre, en especial al barrio de Minopampa, llegamos varios apellidos extraños (para el común denominador: Zegarra, Silva, Díaz, Aliaga, Chávez, etc.): Del Águila, Quito, Castillo, Tinoco, Cotrina, que de a pocos se fueron convirtiendo en parte de su historia, reciente, pero formando la semblanza cultural del pueblo. Cómo no sentirme orgulloso cuando algún shilico, de mis años, me reconoce y dice, “cómo no voy a conocer al Negro Castillo, el huauqueño sanguero, que jugaba en el San Isidro Labrador cuando nos sacaban la mela en esos años”, y, claro, no me queda otra que sacar pecho.
En algunas familias huauqueñas hay un legado muy especial, casi olvidado, pero es agradable escucharlo y leerlo, en esta ocasión. He visto y oído decir “papá” a los hermanos del padre. Me explico, que nuestros hijos le digan papá a nuestros hermanos. La diferencia es que el papá va seguido del nombre del tío, por ejemplo en mi caso, mis hijos le dirían, “papá Coco” a mi hermano. Se está perdiendo está bonita costumbre, ahora nuestros hijos ya no nos dicen papá, sino, “hola Viejo o hola Vieja” o llamar por el nombre de pila a los tíos, hay más confianza con los jóvenes hoy en día, mejor, como el mexicano en la serie “Mi secretaria”, que saludaba a su padre, “Qué dices mi antiguo”
He recibido varios E-mails preguntándome el por qué del nombre de mi humilde columna. En Sucre creían que era por el “huitoto”, palabra antigua que significaba sordo. Pues nada de eso, tengo un oído de tísico, al menos cuando me dicen, “Negro, vamos a ponerle dos cervecitas” por más bajo que me lo digan. Witoto, viene de mi adolescencia en Huánuco, chaplin que hasta ahora me lo dicen cuando voy de visita a esa hermosa ciudad, por mis contemporáneos. Estaba de moda “Los Monkees”, grupo musical norteamericano, que influenciados por los ya famosos Beatles, sacaron una serie televisiva e interpretaban sus propias creaciones. Estos, con mucha ascendencia en la juventud, salieron en una de las series con un cerquillo en la frente. Ni corto ni perezoso me hice un corte de cabello con el flequillo en la frente. Cuando me presenté a mi buen primo Ángel Gayoso Castillo, ahora finado, orondo por el nuevo cortecillo, me dijo, “pareces un Witoto”, causando la algarabía de todos los amigos. Desde mis doce años lo llevo con mucha dilección, me es agradable. Witoto viene de la tribu de los Witotos, etnia de nuestra amazonía peruana, cuando vi imágenes de ellos, pude ver que llevan el cerquillo como parte de su identidad, bien por mi querido primo Ángel, dio en el clavo. De ahí las “Witotadas” mis estimados amigos.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
2 comentarios:
Eso de los apellidos y del decir tios a los mayores es de mucha gente eh? sobre todo en la parte de al sierra..... lo sé por experiencia propia.... no olvides que Chalaca soy solo mi 50% ;).
Oye tio podrás creer que cuando te pusiste witoto la primera, vez me fui a Mr. Google???????? y OHHHH MAI GADDDDDDDDDDD!!!!!!! me dije él no puede ser así..... eres mejor tio jajajajajaj...... además ni decirte eh? que a mis 12 años me parecía a Sarita Colonia....lo juro por la sarita
fijate...fijate...fijate...muakssssssss felicitaciones!!! y besos***
Que tengas un super cumpleaños Elmer Castillo y que pases un día lleno de sonrisas y regalos tqm.......besazos!!!!!!!! ***
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