Temores...disculpas...perdón

WITOTADAS

Hoy por la mañana, al salir a trotar, comprendí un poco más acerca de esa frase peculiar que enmarca nuestra naturaleza, “El ser humano es el único animal que acapara el concepto de bestia”. Y nos comportamos como tales con las personas que más cerca de nosotros están, estropeándolo todo en segundos. Nos dan cariño, comprensión, apoyo moral, están atentos a nuestros problemas…y con un gesto o una palabra, la regamos todo. Y nos pasa en la adolescencia y también a los cincuenta años. Los adolescentes parecieran odiar a sus padres, quién no lo ha pasado, proporciónenme el nombre de uno de ellos: sumiso, no aventurero, tranquilo, preocupado, hacendoso; y, nos volvemos millonarios tratando de aplicarlos con el 99% restante. Pero con cincuenta octubres encima, es una bobada sin nombre. Si mi ironía (muchas veces roza la insolencia, malcriadez y engreimiento) se ha puesto de manifiesto con algún familiar, amigo, o, tú que me lees, disculpas de corazón. El problema es que no lo puedo controlar y pienso que todos siguen el curso de mis palabras o mis letras.

Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer. Hace siete años atrás fue las Bodas de Plata de mi promoción del Colegio Nacional Mixto San José de Sucre. Después de una reunión, salí como el ex alumno que se manifestaría en la actuación central. Difícil compromiso, soy locuaz frente a tres o cuatro amigos, pero frente a una multitud los nervios seguro me traicionarían, incluso desde el instante que mis compañeros me eligieron sentí ese temor. Tres días tratando de hacer el esquema de lo que debería decir, me olvidé un poco de lo baquiano, estaba concentrado en darle una forma bonita. El dieciséis a las diez de la mañana, estábamos en el estrado principal casi todos los compañeros. Don Enrique Horna, fungía de jefe de ceremonias, al presentarme con bombos y platillos: “…el mejor mediocampo que ha tenido nuestro San Isidro Labrador…bla, bla, bla…”, y de a pocos me fui olvidando lo que tenía que decir, pese a que tenía las notas en el atril. Mi madre muy temprano se alistó para ir a la ceremonia, su hijo iba a hablar. Cuando me dieron el micrófono, mi mente se volvió en blanco, no ataba ni desataba nada. Dentro de las dos mil personas frente a mi, muy encopetados, distinguí a mi madre, que ansiosa esperaba mi perorata. Las únicas palabras que salieron de mi aguardentosa y grave voz fueron; “Antes de agradecer a los profesores, quiero agradecer personalmente a mi madre por haberme traído a este mundo y por haberme hecho conocer está tierra maravillosa, les dejo con Gustavo Aliaga quien les va a decir algunas palabras conmemorativas a este día, gracias” (lo tengo de memoria, tal parece que el resto voló literalmente de mi cabeza). La sorpresa de Gustavo y mis compañeros fue de murmuro quedo. A todas esas madres abnegadas…a las mujeres que luchan por salir adelante sin necesidad de un hombre a su lado, para la mejor creación de Dios, mis felicitaciones.

En cierta oportunidad me pregunté, “Qué es Dios sin mi madre” y seguirá siendo la misma respuesta; nadie y nada.

Elmer Castillo Díaz
DNI: 26731147