Más mi pigas más ti quero

WITOTADAS

La muy conocida frasecita, “…más mi pigas, más ti quero”, para las nuevas generaciones, supongo, debe haber sido una realidad en la Edad Media. Sonreí en cierta oportunidad, viendo en la televisión un programa del mediodía, mientras preparaba un “tallaco rojo” (tallarines rojos con pollo), preguntar a un invitado al set, “¿...cómo es posible que golpees a tu mujer?, eso no es de caballeros”. El desvergonzado muy suelto de huesos, contestó, “…no la golpeo, lo que pasa señorita, es que ella es muy celosa, tanta agua va al cántaro que rebalsa pe señorita, así que le doy su chiquita, no muy fuerte, sólo para que se calme pe señorita y ahí sí, tranquilita, hasta cariñosa se pone, señorita”. Casi un 100% de probabilidades de que el hijo o la hija de esta pareja, den y reciban su “chiquita” como algo totalmente normal.

En los estratos sociales altos también hay maneras de tener a la pareja dominada y para el “hombre de la casa” es muy fácil,…dinero, drilo, billete, money. Todos fuimos testigos y nos sentimos ofendidos cuando una dama de la alta sociedad, declaraba a la prensa que, “…los ocho mil dólares que me pasa como pensión mi ex pareja, no me alcanzan ni para la carne de mis hijos”, debe tener una jauría con hambres atrasadas en casa. Los crímenes que se dan en estas esferas sociales son sobre todo por dinero, con él obtienen poder, y, los políticos y artistas no escapan a esta categoría, hasta nuestro Tongo se ha “aburguesado”, ni hablar de los políticos; a ver si uno de ellos lo recibe con cordialidad y amabilidad en sus nuevas y lujosas mansiones, ahhh, hasta los pipiolos burgomaestres se dan ínfulas de una importancia que nunca lo van a tener. Son los nuevos ricos del Perú.

Pero volvamos a los golpes. Deben existir comunidades en nuestros mágicos Andes que viven de acuerdo a leyes sentimentales caducas hace mucho, pero que ellos lo siguen conservando por la falta de educación e información y por ser parte de su cultura. Me contaba un alto oficial de la Policía Nacional, que un colega del mismo grado, pero más antiguo, lo llamó a su despacho para conocerse más, aparte que eran cajamarquinos, paisanos pues. Después de las preguntas iniciales propias de una charla, a bocaejarro el antiguo lo sacó del libreto preguntándole, “…y dime, ¿tú le das su golpe a tu mujer?”. Pero que pendejada está preguntando este pendejo, se preguntó sorprendido e indignado el recién ascendido, pero la cortesía y el buen tino primó sobre este joven oficial, “ta eoonnn” siguió pensando. “…para nada mi coronel, nos llevamos bien…las peleas no pasan de un carajo por cosas triviales…y, ¿usted mi coronel?”. Frotándose las manos, con aire de arrepentimiento y con una culpabilidad abrumadora sobre su espalda, respondió, “… sí mi querido y joven colega, tiene sus tiempos que jode y no queda otra, le doy su siéntate quieto…yo no quiero hacerlo, pero pide”.

He leído por ahí algunas cosas acerca de este comportamiento, dicen que en ciertas comunidades la mujer acepta los golpes porque si el hombre no lo hiciera, la estaría engañado con alguna vecina suelta de faldas. Y al golpearla le está demostrando que le es fiel y que la sigue queriendo. Estas concepciones se están perdiendo gracias a la modernidad: la televisión, la radio, los diarios escritos y ahora el Internet. Tanto es así que en algunos distritos avanzados en estos modernos sistemas de información, están con conceptos más modernizados, “Sácame la vuelta pero no me dejes o, si no, llévame contigo para no pagar renta ni comida”. De risa, ¿verdad?, de todas maneras nos vamos de un extremo al otro y ahí entramos los padres para encaminar a nuestro futuro por la cultura de la “No violencia”.


Elmer Castillo Díaz
DNI. 26731147