WITOTADAS
El ser humano es proclive a
aumentar, exagerar, lo que escucha, lee y mira, es la forma de responder a un
estimulo cognitivo. En el caso de los que escriben esa proclividad de
“aumentar”, se desborda. Sino, acérquense a cualquier kiosco de venta de
periódicos y sólo leyendo el titular llegas al trabajo, a casa o te encuentras con
algún amigo parlanchín y ya, esos titulares tomaron mil sesgos diferentes. A
cuántos de nosotros, no se escapa nadie, no nos ha pasado, estar envueltos en
chismes que luego de respirar bien y haber contado hasta el millón, hemos
sonreído pensando, ¿qué imaginación por Dios! Todo intento de aclarar o
desmentir esos rumores es en vano, al contrario, pareciera que lo que se haga
aumenta el morbo y se vuelve peor. Mejor es quedarse callado, ni aún así, se
nos viene encima el “que calla, otorga”. Já, no hay escapatoria.
Por eso, a cierta edad, es mejor
“pasar piola”. O usando palabras rebuscadas, tener “perfil bajo”, aunque yo lo
leo y lo siento como tener la nariz baja, me imagino a los narigones usando su
protuberancia como ancla. Todo tiene su tiempo, reza el dicho. El problema está
cuando ocupas un lugar en la gobernabilidad de un pueblo y si es de la Nación,
estás frito pescadito. Vergüenza ajena sentimos cuando un “señor” congresista
ofende la dignidad y la inteligencia de las mujeres y por ende, a todo ciudadano
de a pie. Nuestro presidente, habla porque tiene boca. Un ministro del interior
que se cree bufón con aspiraciones presidenciales. Una candidata a la
presidencia, absolviendo de toda culpa, cual Madre Teresa de Calcuta, a uno de
los criminales más grande del país. Un liberador de narcos de mente diabólica
cizañando contra la primera dama en los pasillos de las televisoras. Una dama
frívola y sedienta de más poder, comprando alfombras que ni la primera dama de
USA lo usaría…y la lista es interminable.
Los jóvenes que se equivoquen y
metan las patas, es su tiempo y edad. Los jóvenes viven al límite y si el
Estado es inconsecuente con ellos, peor, sus equivocaciones se convierten en
delitos y son presas de caer en manos de la criminalidad. La moral del Estado
peruano es un mingitorio, donde todos quieren jalar agua para su molino. No hay
un estamento del estado donde la corrupción sea su modus vivenci, es normal
robar, tanto así que Lima tiene su alcalde por eso de “roba pero hace obras” y
encima sube su grado de aprobación, já, de Ripley. Hay una reserva moral en
todos los pueblos, jóvenes que quieren estudiar, progresar, ser “alguien” en la
vida. Las autoridades tienen la palabra. Recién en los Juegos Panamericanos un
joven nadador dio positivo en el antidoping, el primero en salir a despotricar
como “vergüenza nacional” fue el presidente Humala. ¿No se acuerda, acaso,
cuando fue alférez, teniente o capitán? Prefiero que me digan que consumí un
cierto tipo de sustancia para mejorar mi rendimiento físico, que tenga
manchadas las manos de sangre. Como dicen por acá, “¡Qué feo gafo!”.
Los que tienen la batuta en
nuestros pueblos tienen que acercarse a los jóvenes, sino, están condenados al
más cruel de los juicios: la historia. Sin deporte, sin lectura, sin esperanzas…los
jóvenes tienen el abismo en su travesía y travesuras de su desarrollo. Y si le
sumamos la mediocridad de los programas televisivos, peor.
Wito...
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