Perú

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20.7.15



WITOTADAS

El ser humano es proclive a aumentar, exagerar, lo que escucha, lee y mira, es la forma de responder a un estimulo cognitivo. En el caso de los que escriben esa proclividad de “aumentar”, se desborda. Sino, acérquense a cualquier kiosco de venta de periódicos y sólo leyendo el titular llegas al trabajo, a casa o te encuentras con algún amigo parlanchín y ya, esos titulares tomaron mil sesgos diferentes. A cuántos de nosotros, no se escapa nadie, no nos ha pasado, estar envueltos en chismes que luego de respirar bien y haber contado hasta el millón, hemos sonreído pensando, ¿qué imaginación por Dios! Todo intento de aclarar o desmentir esos rumores es en vano, al contrario, pareciera que lo que se haga aumenta el morbo y se vuelve peor. Mejor es quedarse callado, ni aún así, se nos viene encima el “que calla, otorga”. Já, no hay escapatoria.

Por eso, a cierta edad, es mejor “pasar piola”. O usando palabras rebuscadas, tener “perfil bajo”, aunque yo lo leo y lo siento como tener la nariz baja, me imagino a los narigones usando su protuberancia como ancla. Todo tiene su tiempo, reza el dicho. El problema está cuando ocupas un lugar en la gobernabilidad de un pueblo y si es de la Nación, estás frito pescadito. Vergüenza ajena sentimos cuando un “señor” congresista ofende la dignidad y la inteligencia de las mujeres y por ende, a todo ciudadano de a pie. Nuestro presidente, habla porque tiene boca. Un ministro del interior que se cree bufón con aspiraciones presidenciales. Una candidata a la presidencia, absolviendo de toda culpa, cual Madre Teresa de Calcuta, a uno de los criminales más grande del país. Un liberador de narcos de mente diabólica cizañando contra la primera dama en los pasillos de las televisoras. Una dama frívola y sedienta de más poder, comprando alfombras que ni la primera dama de USA lo usaría…y la lista es interminable. 

Los jóvenes que se equivoquen y metan las patas, es su tiempo y edad. Los jóvenes viven al límite y si el Estado es inconsecuente con ellos, peor, sus equivocaciones se convierten en delitos y son presas de caer en manos de la criminalidad. La moral del Estado peruano es un mingitorio, donde todos quieren jalar agua para su molino. No hay un estamento del estado donde la corrupción sea su modus vivenci, es normal robar, tanto así que Lima tiene su alcalde por eso de “roba pero hace obras” y encima sube su grado de aprobación, já, de Ripley. Hay una reserva moral en todos los pueblos, jóvenes que quieren estudiar, progresar, ser “alguien” en la vida. Las autoridades tienen la palabra. Recién en los Juegos Panamericanos un joven nadador dio positivo en el antidoping, el primero en salir a despotricar como “vergüenza nacional” fue el presidente Humala. ¿No se acuerda, acaso, cuando fue alférez, teniente o capitán? Prefiero que me digan que consumí un cierto tipo de sustancia para mejorar mi rendimiento físico, que tenga manchadas las manos de sangre. Como dicen por acá, “¡Qué feo gafo!”.

Los que tienen la batuta en nuestros pueblos tienen que acercarse a los jóvenes, sino, están condenados al más cruel de los juicios: la historia. Sin deporte, sin lectura, sin esperanzas…los jóvenes tienen el abismo en su travesía y travesuras de su desarrollo. Y si le sumamos la mediocridad de los programas televisivos, peor.

Wito...

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