Perú

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14.9.15


WITOTADAS

Toda persona que ha sido educada en el respeto a la Divinidad, al Ser que creo la vida; sea cual fuese, no podrá sacar de su mente a Dios durante toda su vida. Los cristianos a Jehová y Jesucristo, agregándole, las vírgenes y santitos de nuestra tierra y, que con mucho orgullo y honor lo acompañamos y respetamos, creemos en ellos. Muchas veces le hemos pedido (a solas, meditando con ellos), personalmente al “Viejo Ishico”, por la salud de un familiar. Otros no creen en ellos y hasta blasfeman de nuestros “santitos”, “yeso y madera”, sólo creen en Jehová y el único mediador, Cristo, no hay más dioses y que pronto será el “fin del mundo” por todos los “pecados” que el hombre viene cometiendo. Lo dicen sacando la Biblia y nombrando ciertos capítulos y versículos de él. Hay que arrepentirse, ¡Ya!, sino, “el fuego eterno” será nuestro final. Y uno comiéndose las uñas de miedo. Existen alrededor de 250 iglesias cristianas (no es una cifra exacta porque no existe un consenso), ¿quién tiene la verdad?

No sólo somos en el mundo, cristianos. También están los hinduistas, creyentes del libro Vedas (cuatro textos antiguos de la literatura India) y te demuestran con ellos que Brahma (heladita), su Dios, existe y su religión es la verdadera. También están los que adoran a Alá. Con el Corán, su libro sagrado, defienden que su Dios es el verdadero y su religión también. Los Ahura Mazda u Ormuz (nombre de un carro), leales y fieles al Avesta, que es una colección de textos sagrados de la antigua Persia, mantienen su posición privilegiada de poseer la verdad y que por ellos, nosotros, los que no creemos en Ormuz, pagaremos caro nuestra irreligión. Carambas, la religión es muy complicada, a ¿quién venerar?, sobre todo, ¿a quién rendirle culto para que a la hora de nuestra muerte no nos vayamos a  derretir eternamente en grandes cantaros de lava hirviendo?

Dicen que el verdadero significado de la palabra Religión es vivir piadosamente, altruistamente, cuando veamos o conozcamos a una persona que vive así, sabremos qué es Religión. Y ahí si estoy completamente seguro que los hombres que luego fueron santos, vivieron en carne propia, ser Religión. Conocí al “Padrecito Rebaza”, un hombre que irradiaba energía. Unos días antes de mi matrimonio tenía que entrevistarme con él; nunca había escuchado hablar de él, me tomó la mano y palmeándolo me dijo, “…siempre hay que creer en algo superior” y sentí una corriente de bondad en él que llegué a estremecerme. Un sacerdote que vivía exclusivamente para servir a los más necesitados sin pedir nada a cambio. Algunos jóvenes se extralimitaban y él sólo sonreía. Cómo no creer en él aunque ya no esté con nosotros, su energía trasciende fronteras humanas. Algunos creen que con todo el oro y dinero del Vaticano no hubiese pobreza en el mundo, así es la Religión en nuestra realidad y si tomamos en cuenta que el máximo representante de la iglesia en el Perú, es el Cardenal Cipriani, qué incongruencias de la vida. ¿Será que el fuego eterno lo estemos viviendo ya sin saberlo?

Si tú no crees en mis Dioses y yo no creo en los tuyos, no nos ofendamos, menos, herirnos por no comulgar con Uno de ellos. Si lo que haces es malo para mi Dios, no tengo ningún derecho a reclamarte, muy molesto, el “por qué” no sigues las reglas de mi Dios y, viceversa. Si le pongo una velita a Ishico, al Padrecito Rebaza o a mi Negro San Martín y, no estoy haciendo nada malo eh, estoy condenado al séptimo infierno de Dante, pues ni modo, ese Dios no es mi amigo, menos mi Dios. Si guardamos el Sábado y la carne de chancho es abominable para los ojos de Dios y rechazan un rico plato de chicharrones, con buenos modales (me gusta sentarme al costado de estos últimos), pues que bueno, no hacen nada malo. Si así respetan y adoran a Dios y a la vez llevan y aplican su doctrina: con su familia, la sociedad, en el trabajo, con sus vecinos; ¡Enhorabuena!, ¡felicidades! Hay que reconocer, miembros de una sola religión, se ayudan entre ellos y haciendo su labor, sólo buscan el bien de la persona.

Vamos a seguir “pecando” hasta el día de nuestra partida, que levante la mano el que diga que no, somos mortales y lo sabemos. El último pensamiento que nos viene antes de expirar, la muerte da miedo, es Dios. Y ahí conoceremos al Verdadero, pues debe haber alguna forma de reconocerlo en el último momento, al fin y al cabo, ante la Presencia de alguien o algo superior estaremos ese momento. ¿Será una hermosa luz blanca o un oscuro callejón donde iremos a parar?, ¿naceremos inmediatamente luego de morir?, ¿seremos otra clase de energía?, ¿nos convertiremos en almas?, ¿nos convertiremos en tierra y no seremos nada?... Yo diré como el genial Vallejo, “…cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios”.

Wito…

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