WITOTADAS
Toda persona que ha sido educada
en el respeto a la Divinidad, al Ser que creo la vida; sea cual fuese, no podrá
sacar de su mente a Dios durante toda su vida. Los cristianos a Jehová y Jesucristo, agregándole,
las vírgenes y santitos de nuestra tierra y, que con mucho orgullo y honor lo
acompañamos y respetamos, creemos en ellos. Muchas veces le hemos pedido (a
solas, meditando con ellos), personalmente al “Viejo Ishico”, por la salud de un
familiar. Otros no creen en ellos y hasta blasfeman de nuestros “santitos”, “yeso
y madera”, sólo creen en Jehová y el único mediador, Cristo, no hay más dioses
y que pronto será el “fin del mundo” por todos los “pecados” que el hombre
viene cometiendo. Lo dicen sacando la Biblia y nombrando ciertos capítulos y versículos
de él. Hay que arrepentirse, ¡Ya!, sino, “el fuego eterno” será nuestro final. Y
uno comiéndose las uñas de miedo. Existen alrededor de 250 iglesias cristianas
(no es una cifra exacta porque no existe un consenso), ¿quién tiene la verdad?
No sólo somos en el mundo,
cristianos. También están los hinduistas, creyentes del libro Vedas (cuatro
textos antiguos de la literatura India) y te demuestran con ellos que Brahma
(heladita), su Dios, existe y su religión es la verdadera. También están los
que adoran a Alá. Con el Corán, su libro sagrado, defienden que su Dios es el verdadero
y su religión también. Los Ahura Mazda u Ormuz (nombre de un carro), leales y
fieles al Avesta, que es una colección de textos sagrados de la antigua Persia,
mantienen su posición privilegiada de poseer la verdad y que por ellos, nosotros,
los que no creemos en Ormuz, pagaremos caro nuestra irreligión. Carambas, la religión
es muy complicada, a ¿quién venerar?, sobre todo, ¿a quién rendirle culto para
que a la hora de nuestra muerte no nos vayamos a derretir eternamente en grandes cantaros de
lava hirviendo?
Dicen que el verdadero
significado de la palabra Religión es vivir piadosamente, altruistamente,
cuando veamos o conozcamos a una persona que vive así, sabremos qué es
Religión. Y ahí si estoy completamente seguro que los hombres que luego fueron
santos, vivieron en carne propia, ser Religión. Conocí al “Padrecito Rebaza”, un
hombre que irradiaba energía. Unos días antes de mi matrimonio tenía que
entrevistarme con él; nunca había escuchado hablar de él, me tomó la mano y palmeándolo
me dijo, “…siempre hay que creer en algo superior” y sentí una corriente de
bondad en él que llegué a estremecerme. Un sacerdote que vivía exclusivamente
para servir a los más necesitados sin pedir nada a cambio. Algunos jóvenes se
extralimitaban y él sólo sonreía. Cómo no creer en él aunque ya no esté con
nosotros, su energía trasciende fronteras humanas. Algunos creen que con todo
el oro y dinero del Vaticano no hubiese pobreza en el mundo, así es la Religión
en nuestra realidad y si tomamos en cuenta que el máximo representante de la
iglesia en el Perú, es el Cardenal Cipriani, qué incongruencias de la vida. ¿Será
que el fuego eterno lo estemos viviendo ya sin saberlo?
Si tú no crees en mis Dioses y yo
no creo en los tuyos, no nos ofendamos, menos, herirnos por no comulgar con Uno
de ellos. Si lo que haces es malo para mi Dios, no tengo ningún derecho a
reclamarte, muy molesto, el “por qué” no sigues las reglas de mi Dios y, viceversa.
Si le pongo una velita a Ishico, al Padrecito Rebaza o a mi Negro San Martín y,
no estoy haciendo nada malo eh, estoy condenado al séptimo infierno de Dante,
pues ni modo, ese Dios no es mi amigo, menos mi Dios. Si guardamos el Sábado y
la carne de chancho es abominable para los ojos de Dios y rechazan un rico
plato de chicharrones, con buenos modales (me gusta sentarme al costado de
estos últimos), pues que bueno, no hacen nada malo. Si así respetan y adoran a
Dios y a la vez llevan y aplican su doctrina: con su familia, la sociedad, en
el trabajo, con sus vecinos; ¡Enhorabuena!, ¡felicidades! Hay que reconocer, miembros
de una sola religión, se ayudan entre ellos y haciendo su labor, sólo buscan el
bien de la persona.
Vamos a seguir “pecando” hasta el
día de nuestra partida, que levante la mano el que diga que no, somos mortales
y lo sabemos. El último pensamiento que nos viene antes de expirar, la muerte
da miedo, es Dios. Y ahí conoceremos al Verdadero, pues debe haber alguna forma
de reconocerlo en el último momento, al fin y al cabo, ante la Presencia de
alguien o algo superior estaremos ese momento. ¿Será una hermosa luz blanca o
un oscuro callejón donde iremos a parar?, ¿naceremos inmediatamente luego de
morir?, ¿seremos otra clase de energía?, ¿nos convertiremos en almas?, ¿nos
convertiremos en tierra y no seremos nada?... Yo diré como el genial Vallejo, “…cualquiera
que sea la causa que tenga que defender ante Dios más allá de la muerte, tengo
un defensor: Dios”.
Wito…
No hay comentarios:
Publicar un comentario