WITOTADAS
Hace un buen tiempo que en Sucre (de
taquito José Gálvez, Macas, Jorge Chávez…) veníamos consumiendo, directa o
indirectamente, productos contaminados. Comencemos con la leche, gran parte de
ella lo consume la niñez, producto de las “vacas lecheras” (cinco a ocho
litros) que se alimentan de los pastizales de nuestra hermosa campiña, toda
ella contaminada por las aguas negras de nuestros desagües. Un olor fétido se
percibía al llegar, cuando las brisas de las pampas llegaban a nuestras narices,
a la media hora te acostumbras y parece que volviéramos a respirar aire puro,
pero nuestros alveolos estaban y siguen recibiendo microscópicos elementos
nocivos. Problema que se ha venido arrastrando desde la inauguración del
sistema de alcantarillado. La limpieza de dicho sistema se ha venido
postergando de gobierno en gobierno, hasta que el año pasado se hizo realidad.
Sin ser experto en salubridad, las
aguas negras abarcan un espacio considerable, deducir, por ello, que había un grado fuerte de contaminación, no
era muy difícil. Preocupación que pocos podían percibir, incluso, poco he leído
de la preocupación o si se han enterado los candidatos relegados y los defensores del medio
ambiente, en qué y cómo se podría resolver tan inquietante problema. Por supuesto,
no sólo es la limpieza de estos grandes desfogues de contaminación, hay pasos
que seguir: lagunas, pozos o zanjas de oxidación, barro activado convencional,
todo un sistema que los eruditos nos pueden ilustrar. El primer paso se ha dado.
Se han retirado latas, colchones, plástico, todo lo inimaginable que se podría
encontrar en estos vertederos. Las lluvias y el aumento del caudal están
retirando grandes cantidades de deshechos contaminantes para el ser humano y
los animales que nos proporcionan productos lácteos, sumado a ello las pocas hortalizas
y algunos vegetales de consumo humano, regados, literalmente por “mierda”. Si sumamos
a ello la Descolmatación, desde la Quintilla hasta el Común, los estragos “Del Niño”
no serán catastróficos. Hay que ser hidalgos, no todo es malo, felicitaciones
señores de la comuna.
Hay una gran indignación de los
pobladores de nuestro pueblo por un personaje de la administración edil. Y no
sólo de Sucre, sus desaciertos son comentados por propios y extraños, llegando
éstos, incluso, a las ofensas y las agresiones físicas. Un gran porcentaje de
ciudadanos se sienten descontentos con el actuar del encargado del personal y
la “terquedad” de la primera autoridad de mantenerlo como tal. Hasta los
allegados más próximos no llegan a entender el “por qué” de su continuación en
un cargo tan sensible. Es cierto, mostró lealtad, en las buenas y en las malas,
ganas de trabajar, denunciar muchas irregularidades de los trabajadores y
defender con uñas y dientes la actual gestión, eso dice mucho de su fidelidad. Bien
por tan franco y honesto gesto. La presencia
del Jefe de personal se puede resumir en algunos comentarios al aire que, con
paciencia, he ido anotando.
“Se da el lujo de desautorizar al
propio alcalde” (difícil de creer), “…con la gente del campo es déspota”, “…se
mete en todo”, “…con todos tiene problemas, con todos”, “…no me ha hecho nada pero me cae antipático,
si fuera un ciudadano común y corriente no interesaría qué haga con su vida,
pero como funcionario publico, tiene que ser mesurado en su trato”, “…un jefe
de personal es atento, educado, sabe resolver los problemas, no agravarlos”, “…siempre
se está peleando con alguien”, “…por cargoso le han sonado”. Algunos van más
allá, “…que le sabe a Wilson para que siga como un reyezuelo en ese cargo”, “…y
¡Carajo!, se lleva dos lucas”. Y los más suaves, “…ha querido imponer
disciplina y hacer cumplir los horarios de oficina y se ha ganado enemigos”, “…los
trabajadores hacían lo que les venía en gana, los ha puesto en orden y no les
ha gustado”. Particularmente, nunca he dejado de saludarlo, le deseo mucha suerte
y si en el fondo sabe que está causando desazón en la población en desmedro de
la primera autoridad, podría pedir que lo cambien de colocación y, seguro que
se aliviarían muchas tensiones en la Comuna.
Siempre estaremos descontentos
con el accionar de nuestras autoridades, lo hagan bien o, peor, mal. Más, si es
un pueblo chico. En los pueblos chicos “sabemos” lo que almorzaron nuestros
vecinos y a qué horas y con quién entró a su casa y, hasta nos damos el lujo de “saber” qué
conversaron o lo qué hicieron. Quién no sabe lo de “pueblo chico…”, y una de las
primeras virtudes de este dicho es la maledicencia y si es en política, “¡agárrate
zarco!”, no estaremos contentos hasta despedazarlo con crueldad. El mínimo
error del enemigo es expandido en las redes sociales como diciéndonos, “nosotros
les advertimos, este seños no va a hacer nada, le quedo grande el cargo”. No todo
se puede resolver de la noche a la mañana, más con toda esa maraña de
funcionarios, corruptos, encargados de agilizar o aprobar los proyectos técnicos
que se presentan a las instituciones encargadas de dar los presupuestos y por
ende, progreso y trabajo a las comunidades y la ciudad. Desde acá les deseo
éxitos a Wilson, concejales y trabajadores, aún hay amigos que confían en su
gestión…
Wito…
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