Perú

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21.1.16


WITOTADAS

Hace un buen tiempo que en Sucre (de taquito José Gálvez, Macas, Jorge Chávez…) veníamos consumiendo, directa o indirectamente, productos contaminados. Comencemos con la leche, gran parte de ella lo consume la niñez, producto de las “vacas lecheras” (cinco a ocho litros) que se alimentan de los pastizales de nuestra hermosa campiña, toda ella contaminada por las aguas negras de nuestros desagües. Un olor fétido se percibía al llegar, cuando las brisas de las pampas llegaban a nuestras narices, a la media hora te acostumbras y parece que volviéramos a respirar aire puro, pero nuestros alveolos estaban y siguen recibiendo microscópicos elementos nocivos. Problema que se ha venido arrastrando desde la inauguración del sistema de alcantarillado. La limpieza de dicho sistema se ha venido postergando de gobierno en gobierno, hasta que el año pasado se hizo realidad. 

Sin ser experto en salubridad, las aguas negras abarcan un espacio considerable, deducir, por ello,  que había un grado fuerte de contaminación, no era muy difícil. Preocupación que pocos podían percibir, incluso, poco he leído de la preocupación o si se han enterado los candidatos relegados y los defensores del medio ambiente, en qué y cómo se podría resolver tan inquietante problema. Por supuesto, no sólo es la limpieza de estos grandes desfogues de contaminación, hay pasos que seguir: lagunas, pozos o zanjas de oxidación, barro activado convencional, todo un sistema que los eruditos nos pueden ilustrar. El primer paso se ha dado. Se han retirado latas, colchones, plástico, todo lo inimaginable que se podría encontrar en estos vertederos. Las lluvias y el aumento del caudal están retirando grandes cantidades de deshechos contaminantes para el ser humano y los animales que nos proporcionan productos lácteos, sumado a ello las pocas hortalizas y algunos vegetales de consumo humano, regados, literalmente por “mierda”. Si sumamos a ello la Descolmatación, desde la Quintilla hasta el Común, los estragos “Del Niño” no serán catastróficos. Hay que ser hidalgos, no todo es malo, felicitaciones señores de la comuna.

Hay una gran indignación de los pobladores de nuestro pueblo por un personaje de la administración edil. Y no sólo de Sucre, sus desaciertos son comentados por propios y extraños, llegando éstos, incluso, a las ofensas y las agresiones físicas. Un gran porcentaje de ciudadanos se sienten descontentos con el actuar del encargado del personal y la “terquedad” de la primera autoridad de mantenerlo como tal. Hasta los allegados más próximos no llegan a entender el “por qué” de su continuación en un cargo tan sensible. Es cierto, mostró lealtad, en las buenas y en las malas, ganas de trabajar, denunciar muchas irregularidades de los trabajadores y defender con uñas y dientes la actual gestión, eso dice mucho de su fidelidad. Bien por tan franco y honesto gesto.  La presencia del Jefe de personal se puede resumir en algunos comentarios al aire que, con paciencia, he ido anotando.
“Se da el lujo de desautorizar al propio alcalde” (difícil de creer), “…con la gente del campo es déspota”, “…se mete en todo”, “…con todos tiene problemas, con todos”,  “…no me ha hecho nada pero me cae antipático, si fuera un ciudadano común y corriente no interesaría qué haga con su vida, pero como funcionario publico, tiene que ser mesurado en su trato”, “…un jefe de personal es atento, educado, sabe resolver los problemas, no agravarlos”, “…siempre se está peleando con alguien”, “…por cargoso le han sonado”. Algunos van más allá, “…que le sabe a Wilson para que siga como un reyezuelo en ese cargo”, “…y ¡Carajo!, se lleva dos lucas”. Y los más suaves, “…ha querido imponer disciplina y hacer cumplir los horarios de oficina y se ha ganado enemigos”, “…los trabajadores hacían lo que les venía en gana, los ha puesto en orden y no les ha gustado”. Particularmente, nunca he dejado de saludarlo, le deseo mucha suerte y si en el fondo sabe que está causando desazón en la población en desmedro de la primera autoridad, podría pedir que lo cambien de colocación y, seguro que se aliviarían muchas tensiones en la Comuna.  

Siempre estaremos descontentos con el accionar de nuestras autoridades, lo hagan bien o, peor, mal. Más, si es un pueblo chico. En los pueblos chicos “sabemos” lo que almorzaron nuestros vecinos y a qué horas y con quién entró a su casa  y, hasta nos damos el lujo de “saber” qué conversaron o lo qué hicieron. Quién no sabe lo de “pueblo chico…”, y una de las primeras virtudes de este dicho es la maledicencia y si es en política, “¡agárrate zarco!”, no estaremos contentos hasta despedazarlo con crueldad. El mínimo error del enemigo es expandido en las redes sociales como diciéndonos, “nosotros les advertimos, este seños no va a hacer nada, le quedo grande el cargo”. No todo se puede resolver de la noche a la mañana, más con toda esa maraña de funcionarios, corruptos, encargados de agilizar o aprobar los proyectos técnicos que se presentan a las instituciones encargadas de dar los presupuestos y por ende, progreso y trabajo a las comunidades y la ciudad. Desde acá les deseo éxitos a Wilson, concejales y trabajadores, aún hay amigos que confían en su gestión…

Wito…


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