
WITOTADAS
En los tiempos de mi abuela las medias eran de seda y se zurcían. En el tiempo de mi madre eran de nylon y se les ponían barniz de uñas para detener el punto que se corría. En estos tiempos son de cualquier material y se botan a la basura. Algo parecido está pasando con los ensayos de nuestros amigos que escriben en los diferentes medios que llegan a Sucre.
Pienso que debemos renunciar de una vez y para siempre del titulo de intelectuales. Intelectual quiere decir: hombre que trabaja con la inteligencia. Los que escribimos por puro gusto y los que escriben por raza, trabajan con el hígado, con el estómago, con el riñón, o con cualquier otro órgano antes que con la inteligencia. Cada cual señores se saca la literatura de donde pueda. A veces la muerte de un escritor nos explica de un golpe toda su obra.
“Ha muerto del estómago”, comentan bajo los curiosos. Y comprendemos porqué ese amigo que escribía se manifestaba en sus escritos tan amargo y tan acre. Era que hacía sus artículos a base de ácido clorhídrico. Donde los críticos decían pesimismo, misantropía, irreligiosidad, etc., no había más que dispepsia. Con un poco de carbón vegetal, quizá el terrible ensayista no hubiera sido tan terrible, ni hubiera sido siquiera escritor.
Habrá escritores incurables, pero la gran mayoría son como esos mendigos que agradan a voluntad sus pequeñas deformidades físicas para conmover a las gentes y vivir de la estética.
En cuanto a la crítica propiamente dicha, todos sabemos que en el fondo, no pasa de ser una manifestación de la literatura y, seguramente, una manifestación de carácter hepático.
Me consuelo pensando en el gran Cervantes, con su trabajo artesanal, escribió el Quijote con una pluma de pájaro, a la luz de una vela, en una prisión y con la única mano que le quedaba. Mientras que nosotros, con luz eléctrica, una maquina que corrige nuestras fallas ortográficas, libres de barrotes que puedan atormentar nuestra tranquilidad, con todos los libros que deseemos a nuestro alcance; herimos a nuestros semejantes empleando las letras.
La horrible miseria está en nosotros, es la miseria de adentro…del alma que nos cala los huesos como la sífilis, hagamos de las letras un instrumento de libertad, de unión, de hermandad, siendo nuestro pequeño pueblo honesto, pobre, pero rico en sus manifestaciones culturales. Por más rencillas que se tuvieron Nazario y Clodomiro, nunca se les escuchó lanzar improperios, menos cuando escribían acerca de su pueblo, recomencemos con humildad, el camino es largo y espinoso, no lo hagamos fangoso y lleno de inmundicias.
“Bramidos y berridos y relinchos. Ah, y cacareos, cacareos”.
Elmer Castillo Díaz
Elmercastillo1@hotmail.com
DNI: 26731147
En los tiempos de mi abuela las medias eran de seda y se zurcían. En el tiempo de mi madre eran de nylon y se les ponían barniz de uñas para detener el punto que se corría. En estos tiempos son de cualquier material y se botan a la basura. Algo parecido está pasando con los ensayos de nuestros amigos que escriben en los diferentes medios que llegan a Sucre.
Pienso que debemos renunciar de una vez y para siempre del titulo de intelectuales. Intelectual quiere decir: hombre que trabaja con la inteligencia. Los que escribimos por puro gusto y los que escriben por raza, trabajan con el hígado, con el estómago, con el riñón, o con cualquier otro órgano antes que con la inteligencia. Cada cual señores se saca la literatura de donde pueda. A veces la muerte de un escritor nos explica de un golpe toda su obra.
“Ha muerto del estómago”, comentan bajo los curiosos. Y comprendemos porqué ese amigo que escribía se manifestaba en sus escritos tan amargo y tan acre. Era que hacía sus artículos a base de ácido clorhídrico. Donde los críticos decían pesimismo, misantropía, irreligiosidad, etc., no había más que dispepsia. Con un poco de carbón vegetal, quizá el terrible ensayista no hubiera sido tan terrible, ni hubiera sido siquiera escritor.
Habrá escritores incurables, pero la gran mayoría son como esos mendigos que agradan a voluntad sus pequeñas deformidades físicas para conmover a las gentes y vivir de la estética.
En cuanto a la crítica propiamente dicha, todos sabemos que en el fondo, no pasa de ser una manifestación de la literatura y, seguramente, una manifestación de carácter hepático.
Me consuelo pensando en el gran Cervantes, con su trabajo artesanal, escribió el Quijote con una pluma de pájaro, a la luz de una vela, en una prisión y con la única mano que le quedaba. Mientras que nosotros, con luz eléctrica, una maquina que corrige nuestras fallas ortográficas, libres de barrotes que puedan atormentar nuestra tranquilidad, con todos los libros que deseemos a nuestro alcance; herimos a nuestros semejantes empleando las letras.
La horrible miseria está en nosotros, es la miseria de adentro…del alma que nos cala los huesos como la sífilis, hagamos de las letras un instrumento de libertad, de unión, de hermandad, siendo nuestro pequeño pueblo honesto, pobre, pero rico en sus manifestaciones culturales. Por más rencillas que se tuvieron Nazario y Clodomiro, nunca se les escuchó lanzar improperios, menos cuando escribían acerca de su pueblo, recomencemos con humildad, el camino es largo y espinoso, no lo hagamos fangoso y lleno de inmundicias.
“Bramidos y berridos y relinchos. Ah, y cacareos, cacareos”.
Elmer Castillo Díaz
Elmercastillo1@hotmail.com
DNI: 26731147
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