
WITOTADAS
Quiero alargar y agradecer algunos comentarios que llegan a http://huauco.blogspot.com/, en torno a la intervención de la Municipalidad apoyando económicamente a los barrios de Sucre por las fiestas carnestolendas. No sólo para los tres barrios conocidos, ahora en nuestro pueblo hay dos barrios más identificados: San Antonio de Pencas y San Isidro. Sin contar con caseríos de La Victoria y la Conga de Urquía cercanos al pueblo que participan en la festividad del dios Momo pero que están en el casco urbano.
Comenta un amigo Anónimo, educado, que la Municipalidad de Sucre les da mucho dinero a los barrios para los carnavales. Tal vez tenga razón y a la vez, no deseo que mis opiniones sean malinterpretadas. Vamos por partes, como decía el inglés “Jack el destripador”. Mil ciento cincuenta nuevos soles es el monto en cuestión. Para algunos pude ser demasiado y a otros, irrisorio. Y si comparamos con la suma que le asigna el Concejo vecino de José Gálvez de quinientos nuevos soles a cada barrio, como que nos saca de las casillas, lógico. Se desperdicia dinero en banalidades y que si quieren hacerlo cada barrio debe ingeniarse para que consiga los recursos mediante actividades. Es cierto.
Quisiera preguntar, con las disculpas del caso, ¿no tienen acaso derecho a exigir tal suma de dinero los 23 caseríos de nuestro distrito a la autoridad correspondiente para la realización de sus carnavales? Si sucediera esto sería un zafarrancho carnavalesco. Imagínense ustedes, los caseríos han crecido teniendo sus propios barrios, terrible.
Por otro lado, si sumamos los gastos que realiza cada comité para organizar y presentar los diversos motivos para los días principales, sobrepasa los mil nuevos soles. La banda de músicos más barata cobra alrededor de 500.00 n/s por día; son dos días: el sábado salida de Ño carnavalón y miércoles el Corso; los 1,000.00 n/s se van en la banda. El Rey Momo es construido por manos de jóvenes artistas que han visto en estas fechas incrementar sus soles en el bolsillo (bien por ellos) y por esas cosas de la vida, viven en el barrio La Toma. Los amigos de José Gálvez vienen a éstos para que les hagan sus Momos y, vayan a ver ustedes el arte que le ponen, es de disfrutarlos. No sé si les cobrarán lo mismo que a los del pueblo, de repente menos, si es una agraciada huacapampeña la que está a cargo de esta comisión, yo lo haría por ganarme una sonrisa (pero menos de un sol nomás eh). La hechura de éstos no baja de 500.00 n/s. El carro alegórico fluctúa también por este precio, sin contar con los adornos a cada barrio, disfraces, banderolas y demás, tranquilamente llega a los dos mil nuevos soles.
Ahora, aceptar pertenecer a uno de los comités de barrio es ganarse vanamente los arrebatos conocidos de nuestro pueblo. “Con tanta platada que les da el consejo no hacen nada…sólo para robar nomás están…” (las más suaves). En Minopampa se han encargado del Comité personas que se los ve trabajando, las tamaladas, los matinés, rifas, etc., seguro que en el transcurso de la semana alcanzarán los 2,00.00 nuevos soles, felicitaciones a estos prójimos. Hay que ser valientes para aceptar estos cargos, hagas o no hagas, las críticas malsanas van a llegar dañando honras, de eso no se escapa ni Cristo. No todos los vecinos te apoyan, siempre encuentran alguna excusa para no hacerlo. Hay de los otros, los que silenciosamente y desinteresadamente se preocupan para que la juventud se divierta. No podemos desmerecer a estos organizadores, conservan la juventud. Porque me he dado cuenta que los carnavales son para la primavera de los años, nosotros pasamos a ser simples observadores, con muchas ganas de hacer de mancebos, sólo con las ganas nos quedaremos.
Los carnavales estos últimos años se han vuelto pomposos, no podríamos compararlos con los de Cajamarca, por obvios motivos, pero los pueblos cercanos se disputan, palmo a palmo, su jerarquía. Las plazas de armas de Sucre, José Gálvez y Celendín, los días del Corso se llenan de turistas, llámese turista al visitante, sea de Paris o de Macas. Los hospedajes (full), restaurantes (les falta manos para la atención) y negocios, son los que mejor recaudan por esos días al igual que los comerciantes informales que vienen a vender su: maní, chicharrones, algodones, chupetes, calientitos, anticuchos, mascarillas, chisguetes, talcos, etc., “para todos hay”. Sí, hay comercio y diversión, con sus respectivos desmanes de algún que otro desubicado, infaltables en estas alegrías. Es Carnaval señores.
Lo que sugeriría de manera cordial a las autoridades es el concurso de coplas, con esto se descubriría algún talento para ello. Y en este concurso sí participarían los demás caseríos, pues es sabido que los copleros están por ahí, cuando salen con sus caballos, guitarra al hombro y su media botella de aguardiente, cantando sus coplas; que darían envidia a los carnavaleros cajamarquinos o, cajamarqueses, como dice una buena amiga. Y aquí el premio sería, la publicación y grabación de sus coplas y un dinero parecido a la colaboración por barrio. Se incentivaría el arte innato en éstos.
Esta es la opinión que tengo acerca de lo planteado en algunos comentarios, ¿mala?, no lo sé. Mientras haya argumentos y criterios responsables y alturados, podremos ver de diferente manera la realidad de nuestros pueblos, no todo es negativo, ni tampoco positivo.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
Quiero alargar y agradecer algunos comentarios que llegan a http://huauco.blogspot.com/, en torno a la intervención de la Municipalidad apoyando económicamente a los barrios de Sucre por las fiestas carnestolendas. No sólo para los tres barrios conocidos, ahora en nuestro pueblo hay dos barrios más identificados: San Antonio de Pencas y San Isidro. Sin contar con caseríos de La Victoria y la Conga de Urquía cercanos al pueblo que participan en la festividad del dios Momo pero que están en el casco urbano.
Comenta un amigo Anónimo, educado, que la Municipalidad de Sucre les da mucho dinero a los barrios para los carnavales. Tal vez tenga razón y a la vez, no deseo que mis opiniones sean malinterpretadas. Vamos por partes, como decía el inglés “Jack el destripador”. Mil ciento cincuenta nuevos soles es el monto en cuestión. Para algunos pude ser demasiado y a otros, irrisorio. Y si comparamos con la suma que le asigna el Concejo vecino de José Gálvez de quinientos nuevos soles a cada barrio, como que nos saca de las casillas, lógico. Se desperdicia dinero en banalidades y que si quieren hacerlo cada barrio debe ingeniarse para que consiga los recursos mediante actividades. Es cierto.
Quisiera preguntar, con las disculpas del caso, ¿no tienen acaso derecho a exigir tal suma de dinero los 23 caseríos de nuestro distrito a la autoridad correspondiente para la realización de sus carnavales? Si sucediera esto sería un zafarrancho carnavalesco. Imagínense ustedes, los caseríos han crecido teniendo sus propios barrios, terrible.
Por otro lado, si sumamos los gastos que realiza cada comité para organizar y presentar los diversos motivos para los días principales, sobrepasa los mil nuevos soles. La banda de músicos más barata cobra alrededor de 500.00 n/s por día; son dos días: el sábado salida de Ño carnavalón y miércoles el Corso; los 1,000.00 n/s se van en la banda. El Rey Momo es construido por manos de jóvenes artistas que han visto en estas fechas incrementar sus soles en el bolsillo (bien por ellos) y por esas cosas de la vida, viven en el barrio La Toma. Los amigos de José Gálvez vienen a éstos para que les hagan sus Momos y, vayan a ver ustedes el arte que le ponen, es de disfrutarlos. No sé si les cobrarán lo mismo que a los del pueblo, de repente menos, si es una agraciada huacapampeña la que está a cargo de esta comisión, yo lo haría por ganarme una sonrisa (pero menos de un sol nomás eh). La hechura de éstos no baja de 500.00 n/s. El carro alegórico fluctúa también por este precio, sin contar con los adornos a cada barrio, disfraces, banderolas y demás, tranquilamente llega a los dos mil nuevos soles.
Ahora, aceptar pertenecer a uno de los comités de barrio es ganarse vanamente los arrebatos conocidos de nuestro pueblo. “Con tanta platada que les da el consejo no hacen nada…sólo para robar nomás están…” (las más suaves). En Minopampa se han encargado del Comité personas que se los ve trabajando, las tamaladas, los matinés, rifas, etc., seguro que en el transcurso de la semana alcanzarán los 2,00.00 nuevos soles, felicitaciones a estos prójimos. Hay que ser valientes para aceptar estos cargos, hagas o no hagas, las críticas malsanas van a llegar dañando honras, de eso no se escapa ni Cristo. No todos los vecinos te apoyan, siempre encuentran alguna excusa para no hacerlo. Hay de los otros, los que silenciosamente y desinteresadamente se preocupan para que la juventud se divierta. No podemos desmerecer a estos organizadores, conservan la juventud. Porque me he dado cuenta que los carnavales son para la primavera de los años, nosotros pasamos a ser simples observadores, con muchas ganas de hacer de mancebos, sólo con las ganas nos quedaremos.
Los carnavales estos últimos años se han vuelto pomposos, no podríamos compararlos con los de Cajamarca, por obvios motivos, pero los pueblos cercanos se disputan, palmo a palmo, su jerarquía. Las plazas de armas de Sucre, José Gálvez y Celendín, los días del Corso se llenan de turistas, llámese turista al visitante, sea de Paris o de Macas. Los hospedajes (full), restaurantes (les falta manos para la atención) y negocios, son los que mejor recaudan por esos días al igual que los comerciantes informales que vienen a vender su: maní, chicharrones, algodones, chupetes, calientitos, anticuchos, mascarillas, chisguetes, talcos, etc., “para todos hay”. Sí, hay comercio y diversión, con sus respectivos desmanes de algún que otro desubicado, infaltables en estas alegrías. Es Carnaval señores.
Lo que sugeriría de manera cordial a las autoridades es el concurso de coplas, con esto se descubriría algún talento para ello. Y en este concurso sí participarían los demás caseríos, pues es sabido que los copleros están por ahí, cuando salen con sus caballos, guitarra al hombro y su media botella de aguardiente, cantando sus coplas; que darían envidia a los carnavaleros cajamarquinos o, cajamarqueses, como dice una buena amiga. Y aquí el premio sería, la publicación y grabación de sus coplas y un dinero parecido a la colaboración por barrio. Se incentivaría el arte innato en éstos.
Esta es la opinión que tengo acerca de lo planteado en algunos comentarios, ¿mala?, no lo sé. Mientras haya argumentos y criterios responsables y alturados, podremos ver de diferente manera la realidad de nuestros pueblos, no todo es negativo, ni tampoco positivo.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
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