WITOTADAS
Los viajes son toda una aventura, los hayas planeado o no. El sólo pensar viajar y alejarnos de la familia y los amigos de todos los días, para encontrarse y reunirse con familiares y amigos que no ves de años, nos produce cierta ansiedad. Es normal. No siempre encontraremos a los familiares ni a los viejos amigos de infancia, algunos partieron. Un viaje planeado desde hace mucho llevó a mi cuerpo y alma por la tierra de Daniel Alomía Robles (músico y compositor del “Cóndor pasa”), Huánuco, la tierra que me vio nacer. Qué pequeña curiosidad, si a Huánuco le quitó la “n”, quedaría Huauco, tierra donde me gustaría morir.
“Lima la horrible” nos recibió con un sol tímido que abrigó nuestros huesos viejos, Lima, ciudad asfixiante y atemorizante, miles de rostros desconocidos, el sonido característico de una urbe: cláxones, sirenas aullantes, motores rugientes, silbatos y cientos de voces desconocidas susurran a tus oídos ensordecidos por el viaje, asustan los sentidos acostumbrados al silencio y la tranquilidad del Huauco. Max Lira Segura, viejo y querido amigo, sabía de mi llegada, coordinamos la hora y llegó puntualmente; “no te olvides la cámara Maxito, para tener algo de nosotros, hemos vivido entre la vida y la muerte en Huancavelica y sería tonto no tomarnos una foto”, le dije. Elmercito, vamos a un sitio donde presidentes, poetas, escritores e intelectuales han comido y se han tomado algunos tragos en las noches bohemias limeñas, al costado del Palacio de Gobierno, al Bar “Cordano”, vamos pues…para luego dirigirnos a El Potao (Centro de recreación de la ex Guardia Civil) a refrescarnos del sol tímido y a la vez, agradable. Gracias por los libros mí estimado Max, pero sobretodo, por el abrazo sincero de tu amistad.
Huánuco, mi bien y mi mal por la lejanía. Sábado por la mañana, “todos los pasajeros abajo, última parada”, entre el pasaje Soberón y el jirón Hermilio Valdizan. Toda la adolescencia lo pasamos cerca a este sitio, mejor dicho, el viejo barrio. El Negro Aby pasaba por ahí a esas horas, por ahí vive. Dónde puedo ver a huanuqueños legítimos, del barrio. Hay un campeonato en la Esperanza, en el campito sintético “Los compadres”, el 90% de los peloteros son huanuqueños, me decía César Zelada. Cierto, ahí estaban los Pastranas, Malatestas, Loyolas, Aguirres, Tarazonas,…, viejos conocidos, algunos casi irreconocibles, otros con pequeños cambios naturales de la edad, buenos y agradables momentos. El tonito (el dejo) pegajoso del huanuqueño fue contagioso al instante, me agrada de sobremanera esa forma de hablar.
El tránsito es un caos en esta hermosa y pequeña ciudad. Cuentan que hay más de 18,000 mototaxis, con la regla de la jungla de cemento, todos, invaden la Plaza mayor a su libre albedrío. Es cierto, lo comprobé, hay más de éstos que personas caminando en la calle. La gente común y corriente despotrica y requinta contra el burgomaestre por permitir la informalidad, quienes dicho de paso, lo llevaron al sillón municipal por partida doble. Lo informal en transportes prima en las calles de la ciudad del mejor clima del mundo, ¿será sólo en este rubro?
El martes por la mañana nos mandaron al mercado a hacer algunas compras para el almuerzo. Dos completos inútiles transitaban por los pasillos del inmenso mercado en busca de frijolitos verdes, kion, carne molida…y algunos artículos de limpieza. Con César Castillo Brandan me une un lazo sanguíneo y amical que hasta en el silencio nos sentimos bien. Me contaba que uno de sus amigos, con quien compartimos unas cervezas en el “Galeón”, hace quince años atrás antes de su viaje a la tierra del tío Sam, le había dicho, “César, no seas huevón, es tu última oportunidad” y se montó a un avión. Al llegar y ser recibido por los familiares después de un ágape, alguien cercano comentó en inglés, pensando que no lo entendía, “Este engreído no se aguanta dos semanas…este se vuelve…”. Y allá sigue más de quince años, pero por poco tiempo porque el 2014 César regresará a su tierra para estar cerca a sus padres. Qué pena que Ángel no esté con nosotros, ¿verdad?
Vamos a Tomayquichua Elmer. Carambas, es una oportunidad de conocer la tierra de la Perricholi, ¿por qué no? Nos deja en la entrada del puente colgante, de ahí caminamos, le dijeron al conductor. Para qué tan lejos, si nos puede dejar en su placita de armas. Para hacer sed pues. Motivos no faltan. Una larga caminata con el sol algo rabioso en el firmamento, el aroma de huerto a chirimoyas y guayabas, la emoción de pasar el puente colgante, la larga calle para llegar a su Plaza de armas, subir a la casa de doña Micaela. Antes una parada obligatoria, el cuarto de don Enrique López Albújar, semiderruida…seguro que ahí nacieron varios de sus “Cuentos andinos”. Por fin en la casa de “La chola que conquistó el corazón de un virrey”, Micaela Villegas. Unas pequeñas escalinatas de piedra bien conservadas nos ayudan a subir a un agradable recibidor, donde una guía nos recibe y nos cuenta algunas vivencias de la dueña de la pasión del anciano Amat. El dormitorio amplio, con una litera algo estropeada por el tiempo…un hermoso vestido de aquellas épocas y algunos cuadros cuelgan en la estancia. Afuera, el carruaje que seguramente Amat mandó construir para su amada “Miquita”, con una de sus ruedas averiada. La pequeña cocina con sus utensilios antiguos, unas teteras, ollitas de barro… y al costado, un pequeño pozo lleno de monedas de los visitantes que piden un milagro. Arrojé una moneda pidiendo tú felicidad, por estos lugares transitaste y tu energía sigue ahí…lo pude sentir. Buena forma de hacer sed.
Marcela, Betty, Yuly, Miriam…mis saludos fraternos, sobrinas que siguen creyendo que soy el mismo “chiuchi”, niño, que conocieron hace mucho y tal vez tengan razón. Alina y Anabel, qué puedo decirles, ¿mi extrema timidez?, o ¿serían mis sueños que no quería verlos evaporarse?,…gracias por aceptar mi amistad. Un buen plato de “Picante de cuy” (un ruco entero eh), en el “Rinconcito huanuqueño” al mediodía del jueves y una pichanguita por la noche con Wilson Marín y César Zelada, enlazados con el Huauco por sus padres, que todavía la hacen con la redonda, haciéndome conocer la rutina de sus días ¡Salud!, primos.
De vuelta al barrio. Otra vez por Lima, el primo Emil quien generosamente vino a la agencia a recogerme para darnos unas vueltas por la Capital: Jesús María, el Agustino, la Victoria y enrumbamos a su casa en los Olivos, donde nos dio el encuentro Gustavito para compartir los instantes de la despedida. Una pequeña vuelta inolvidable.
Wito…
2 comentarios:
Wow!!! que tal paseo la debes de haber pasado super, que penita que no me llamaste :( algún otro día seguro ;) besos tio guapo ^.^
Hermoso!!!!!!!! cada palabra me hace recordar mi niñez y aquellos lugares que me gustaba estar jugar, sentarme a disfrutar de la soledad escuchar el sonido de la naturaleza; gracias por compartir este escrito por trasmitirme lo que te hace feliz, un abrazo a la distancia.
Liliana
Publicar un comentario