Perú

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28.1.14

Witotadas










WITOTADAS


La vida familiar es hermosa y especial, los momentos que se pasan a lado de ellos nos llena de satisfacción viendo cómo crecen y  van consiguiendo sus metas. Todo se rompe cuando uno de ellos sufre algún accidente y tiene que ser intervenido quirúrgicamente. Para una gripe o un pequeño dolor de cabeza usamos la receta de la abuelita, “tres limones bien exprimidos en un vaso de agua tibia, hervida con algunas hojitas de coca y una copa de aguardiente” y adiós gripe. “Seguro que has tenido chucaque, unos jalones de la cabellera echándoles un poco de aliento…” y santo remedio. Pero otra cosa es que el familiar entre al quirófano.


Ahora no es sólo, ni fácil, entrar al quirófano. Para que uno pueda entrar a este inmaculado ambiente es todo un largo caminar.  Los previos son los que nos envejecen algunos buenos años y en una semana las canas se notan más en nuestras cabelleras. 


Seguramente todos hemos tenido que lidiar y llevar  algún familiar cercano a los médicos. El sólo toparnos en el consultorio con un hombre vestido de blanco (nos produce cierta regresividad), el olor de antisépticos y la inevitable pregunta del galeno (para nosotros el que va a salvar al familiar quejoso que está a su merced), “¿Qué pasó?”.  Tratamos de explicarle lo mejor que podemos, interrumpiéndonos nos dice, “que se acueste en la camilla”. Y ahí comienza los ritos que seguramente le han enseñado en la facultad, nos dice, “es un simple golpe, con un poco de hielo y algunos analgésicos en una semana estará bien”, “…doctor, su rotula se le va a un costado, tiene dolor y no puede caminar”. Has osado contradecirlo, su mirada se va a su escritorio y comienza a hacer la receta con la letra “Palmer”  que sólo los galenos y farmaceuticos lo entienden. Él está vinculado a fuerzas misteriosas donde moran la sabiduría y la ciencia. Nos despacha con un, “vuelva dentro de siete días para ver cómo reacciona a la medicina”. Y salimos del santuario, perdón, del consultorio, peor de lo llegamos.


Y ahora, ¿qué hacer, a quién recurrir? Eso de la rodilla no es un simple golpe, este médico está loco. En la tomografía no sale nada, la enfermera nos ha dicho que le tomen una Resonancia magnética, pero en Cajamarca no hay. Trujillo. Y por qué Cajamarca, sede de Región, no hay ese examen de Resonancia Magnetica? La gran Newmont y el departamento más rico del Perú, por su oro de sus entrañas, ¿no puede tener un aparato de esos? Por suerte y siempre funciona así, cuando tienes un familiar o conocido las cosas te resultan un poco más fácil. Aún existen personas que caminan por el mundo haciendo el bien desinteresadamente, gracias a ellos podemos seguir creyendo que no todo está perdido. Gracias a uno de ellos, uno de los mejores traumatólogos de la ciudad de Trujillo exploró la rodilla lesionada y de inmediato nos dijo, “tiene roto el ligamento cruzado anterior y habrá que ver los meniscos, que de seguro también están en malas condiciones”. “¿Nada más?”. “Se han demorado mucho, es más fácil cuando tiene unos días la lesión. Ahora, con la artroscopia no deja lesión, pero para asegurarnos tiene que sacarse una Resonancia magnética y lo operamos”. “¿Y sus honorarios Doc?”. “Mire, usted es familiar acá del doctor, yo le puedo cobrar esta cantidad, pero en la clínica donde trabajo, cobran sala, equipo, enfermera, anestesiólogo, material, le sale más o menos tanto”. “Asuuuuuu”. “Pero si hacemos esto, sólo los gastos del viaje, su alimentación y estadia”. Optamos por la segunda opción.



Trujillo es una ciudad encantadora, pero como todo serrano, el sol veraniego molestaba y mi cuerpo de desquitó de los contados duchazos que se da uno en la sierra, mínimo, cinco regaderas al día y alguien haciéndose el chistoso me dijo, “Seguro que encontraste el bivirí que perdiste años atrás”. En fin, todo salió como habíamos planeado la segunda opción, la operación fue todo un éxito. Nos despedimos de Trujillo con ese agradecimiento eterno a los que todavía tienen en su alma pedazos de humanos por más doctores que sean. Haremos extensivo a esas personas que sin conocernos y al saber de nuestras andanzas, nos sonríen y nos refieren con prontitud hacia el siguiente paso que debemos hacer, Cecilia, Ruth y a una enfermera que nunca mostró indiferencia, todo lo contrario, de la Clínica Peruano Americana. Y cómo no, a mi Gringa, Jeny, quien pese a sus limitaciones nos atendió de maravillas. Gracias de nuevo.


 Wito...



2 comentarios:

Patty dijo...

Jajajajajaj te pasasssss!!!! osea que estamos iguales, mucha agua nos encoje jajajajaj :P

Besitos... muy buen post Elmer, siempre vengo eh? y te lo hago saber :* besosssssss

Elmer dijo...

Gracias tía, si, sí la veo. Un abrazo tía.