WITOTADAS
Antes que comenzaran las
actividades en homenaje al Patrón San Isidro de Sucre, este mayo, nos visitó el
Negrito Fernando, quien siempre será bienvenido a casa. Quería que lo
acompañase a la parroquia. “Gro, quiero hablar con el curita…voy a bautizar a mi
Carol y el que va a ser su padrino quiere que sea estos días…”. Vamos Grone, le
dije.
Con Fernando nos une una amistad
de añales: pelotero veloz, bohemio empedernido, amante de la buena lectura y en
casa es muy querido. Incluso en uno de mis cuentitos: “Mamá Rosa”, es el
personaje principal. Hay mucho afecto por parte de mi familia al “Negrito”
Fernando, como es conocido en todo Sucre.
Fueron días de sorpresa para el
pueblo cuando, el Negrito, llegó a estudiar al Colegio Nacional Mixto de Sucre
allá por los 70, obvio, cualquiera se quedaría sorprendido al ver en vivo y en
directo a un adolescente de color. Por esos tiempos si alguien tuvo la experiencia, fue en un estadio viendo
al gran Alianza Lima o, en algún viaje a la Capital y de lejos. El Negrito
Fernando congenió con todos los niños, jóvenes y adultos, tanto así, que por
las noches pasaba como invisible para sus cuitas amorosas, sólo tenía que dejar
de sonreír (já).
El tiempo pasó y llegó a ser un
hombre dedicado a la educación, su rubro: las matemáticas. Imagínese usted, un
moreno enseñando números a jóvenes universitarios. Bien por él. “Gro” ha sabido
ganarse un buen lugar en la sociedad de Celendín, con esfuerzo y gran carisma,
cualidades innatas que los tenía desde su juventud.
Al llegar y tocar en la parroquia,
el sacerdote salió con el gesto adusto (dicen que es así), creo que al mirar
dos morenos se le activó eso de “Cuidado” (¿racismo?), cosa normal, está en el
subconsciente del más santo de los varones. “En qué les puedo servir”, con algo
de aspereza y miedo nos preguntó. El Negrito Fernando le metió todo el rollo
que traía. “Cuántos años tiene la que se va a bautizar”. “Quince años”. “Uhmm,
bueno, trae usted el certificado que ha asistido a su catequesis en su
parroquia donde vive y ésta, tiene que ser por un año y la bautizamos, no hay
problema”. “No, ella ha asistido esporádicamente”. “Definitivamente no la puedo
bautizar, se requiere de ese documento, son órdenes desde el Vaticano”, nos
dijo como despidiéndose. Entre mi pensé, “¡a la mela!”. Salimos requintando a
todos los que han puesto reglas tan inmisericordes para los que queremos que
nuestros hijos sean bautizados.
Si alguien ha asistido a este
compromiso social, es más social que religioso, el curita de la iglesia insiste
con eso de “…el padrino es el segundo padre, el que vela por su ahijado en sus
necesidades cristianas…”. No recuerdo quiénes fueron mis padrinos de bautizo ni
de primera comunión, si aún están con vida les deseo que les haya ido bien, de
todo corazón. A la vez les agradezco esa buena amistad que pudieron tener con
uno de mis progenitores, seguro que fueron buenos amigos en esa época. Por eso
digo arriba que es un compromiso social.
El acto de esta avenencia o
palabra de viejos amigos para con sus vástagos,
se introduce en los subconscientes de éstos, en muchos, sin saber nada,
pues somos unos bebés: tiernitos, angelicales, cagones, llorones…, pero
del sacramento, NADA. Cristo, en la
Biblia, se bautizó a los 30 años, un hombre maduro que sabía lo que estaba
haciendo. Pero un crío qué puede saber. Al ser bautizados, desde pequeños, “sin
querer queriendo” nos convertimos en “Católicos, apostólicos y romanos” y no sé qué más. Pertenecemos a la iglesia que rige desde El Vaticano,
somos su rebaño. Acaso ¿quieren más? Si la Santa Sede dictaría como ley el
Sacramento del Bautismo a los 30 años, sencillamente desaparecería.
Ayer 18 se bautizó Carol…
¿cómo? ¿Será porque alguien entendió que
es un compromiso social? “Dejen que los niños vengan a mí”, sin tantos
aspavientos de por medio. Por favor.
Wito…
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