WITOTADAS
“Los libros se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido”. (Gracias…)
Stefan Sweig.
Hace unos días conversaba con uno de mis mejores amigos acerca de la lectura. Era difícil creer que su adicción por la lectura había descendido y que había encontrado algo más fascinante que las páginas de un libro. ¿Una mujer?, le pregunté inconciente e inocentemente. Sonrió diciéndome, no Negro…
“…Y el viejo de las barbas blancas me dijo:
En los libros encontrarás conocimientos.
Pero, en los viajes encontrarás sabiduría…viaja, sé libre.
Recorre las tierras más allá del horizonte,
Cruza los mares, los ríos y las montañas.
Enriquece tu alma con las culturas de otros pueblos,
Viaja hasta el límite de tus fuerzas,
Hasta descubrir el secreto del sabio de Las mil y una noches
Que dijo: Deja de leer y viaja..., porque el mejor libro es el Mundo.
¡Carambas!, pensé, ese erudito de Las mil y una noches si que es un sabio. Debe ser cierto, el viajar, conocer, es una aventura cognoscitiva emocionante y única. De adolescente mi sueño era convertirme en Marino Mercante, para viajar y viajar y olvidarme un poco de los males obvios de la juventud. Sólo llegué a ser Guardia Civil, orgulloso de ello, donde conocí pueblitos tan bellos, complicados, su cultura, sus personajes, en la mágica y telúrica serranía central de nuestro bello Perú. Envidió a las personas que pueden montarse en un avión y estar en pocas horas al otro lado del charco. ¡Dios, un sueño! He viajado en la caseta de camioncitos llenos de fruta, gaseosas; llegando la gula a enfermarme. He montado mulos gigantescos de la institución, que trepaban los cerros baldíos de Castrovirreyna, cual chivos; temblando de miedo al ver los abismos al costado, prefería ir a pie. Me he subido a un helicóptero y saltado del mismo de tres metros suspendido en el aire, pensando que las bombardas de la fiesta en el pueblo era un ataque al aspeado. Hemos viajado, en un camión, todo un equipo de fútbol, dirigentes, cuerpo técnico y médico, siendo también nuestro hotel, já.
Si mi amigo tiene la dicha y el placer de viajar, bien por él. La única recomendación es que lleve un libro o algo qué leer, Asterix sería estupendo; en los viajes hay momentos de ocio, qué mejor para darle al vicio solitario de la lectura. No hay placer, salvo la pasión por una mujer, más elegante y satisfactorio que el de leer. Dicen que el placer de escribir es mejor, lo estoy comprobando de a pocos, aunque escriba pésimo. Si me dieran a elegir entre viajar y leer, seguiría soñando con viajar, aunque llegaría al destino con los pies hinchados, eso sí. Esperaré el viaje sideral, en el cual no haya espacio, tiempo…y en donde nuestros sueños se hagan realidad.
Elmer Rafael Castillo Díaz
“Los libros se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido”. (Gracias…)
Stefan Sweig.
Hace unos días conversaba con uno de mis mejores amigos acerca de la lectura. Era difícil creer que su adicción por la lectura había descendido y que había encontrado algo más fascinante que las páginas de un libro. ¿Una mujer?, le pregunté inconciente e inocentemente. Sonrió diciéndome, no Negro…
“…Y el viejo de las barbas blancas me dijo:
En los libros encontrarás conocimientos.
Pero, en los viajes encontrarás sabiduría…viaja, sé libre.
Recorre las tierras más allá del horizonte,
Cruza los mares, los ríos y las montañas.
Enriquece tu alma con las culturas de otros pueblos,
Viaja hasta el límite de tus fuerzas,
Hasta descubrir el secreto del sabio de Las mil y una noches
Que dijo: Deja de leer y viaja..., porque el mejor libro es el Mundo.
¡Carambas!, pensé, ese erudito de Las mil y una noches si que es un sabio. Debe ser cierto, el viajar, conocer, es una aventura cognoscitiva emocionante y única. De adolescente mi sueño era convertirme en Marino Mercante, para viajar y viajar y olvidarme un poco de los males obvios de la juventud. Sólo llegué a ser Guardia Civil, orgulloso de ello, donde conocí pueblitos tan bellos, complicados, su cultura, sus personajes, en la mágica y telúrica serranía central de nuestro bello Perú. Envidió a las personas que pueden montarse en un avión y estar en pocas horas al otro lado del charco. ¡Dios, un sueño! He viajado en la caseta de camioncitos llenos de fruta, gaseosas; llegando la gula a enfermarme. He montado mulos gigantescos de la institución, que trepaban los cerros baldíos de Castrovirreyna, cual chivos; temblando de miedo al ver los abismos al costado, prefería ir a pie. Me he subido a un helicóptero y saltado del mismo de tres metros suspendido en el aire, pensando que las bombardas de la fiesta en el pueblo era un ataque al aspeado. Hemos viajado, en un camión, todo un equipo de fútbol, dirigentes, cuerpo técnico y médico, siendo también nuestro hotel, já.
Si mi amigo tiene la dicha y el placer de viajar, bien por él. La única recomendación es que lleve un libro o algo qué leer, Asterix sería estupendo; en los viajes hay momentos de ocio, qué mejor para darle al vicio solitario de la lectura. No hay placer, salvo la pasión por una mujer, más elegante y satisfactorio que el de leer. Dicen que el placer de escribir es mejor, lo estoy comprobando de a pocos, aunque escriba pésimo. Si me dieran a elegir entre viajar y leer, seguiría soñando con viajar, aunque llegaría al destino con los pies hinchados, eso sí. Esperaré el viaje sideral, en el cual no haya espacio, tiempo…y en donde nuestros sueños se hagan realidad.
Elmer Rafael Castillo Díaz
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