WITOTADAS
De los siete pecados capitales, vicios morales y de sentimientos autodestructivos, hay dos innobles y solapados. La envidia y la ira. Los envidiosos comúnmente llegan a la ira sin motivos, por la sencilla razón que no pueden aceptar que otros progresen y tengan éxito en la vida. La envidia es el vicio, o el pecado (como gusten llamarlo según el pensamiento religioso o social), más perverso e imperdonable, es corrosivo para el envidioso y demoledor para el envidiado. La envidia acarrea tras de ella los celos, la competitividad negativa, la rivalidad, la avaricia, el rencor, la venganza y porque no decir, el placer de ver al envidiado arruinado, aunque sepa que es imposible, pues está demasiado lejos de él para llegar a este placer. Y esto último lo aniquila de a pocos. Salieres de poca monta y de pacotillas (sino, vean a esos anónimos que se relamen ocultos en su cobardía).
Dicen que los libros te dan sabiduría y a la vez locura, tal vez tengan razón, personalmente me hunde cada día en la más vil ignorancia y al seguir en ese camino me aproximo de a pocos a la locura, locura subliminal por supuesto. Cuando ocurra lo contrario me estarán viendo pateando o tirando piedras a los transeúntes sólo por el hecho de mirarme de reojo, espero nunca llegar a tal estado. Modestia aparte, con mis cincuenta y un años sobre mis espaldas, aún puedo dominar la pelota y, frente a algunos jóvenes, puedo decirlo con orgullo, doy lata y cátedra con ella. De mi persona, acostumbrado a ello, pueden decir lo que les de la gana, pero cuando llegan al deporte, hasta de los más recalcitrantes siempre he escuchado decir, “mis respetos por el Negro Castillo”, gracias al cielo que tengo algo ¿bueno?
El sábado pasado jugábamos pelota en el Canchón de la escuela, después de “canastear” al primer equipo y a la espera del otro cuadro, escuché un comentario a media voz por parte de la tribuna que observaba, “…cómo dicen que la marihuana embrutece a las personas, el Negro los hace leña aún a esos chibolos”. No pude resistirme a responderles, “…cierto, a algunas personas los embrutece, a otras los hace genios y a otros, sin haberlo probado, son bestias por naturaleza…”, vi algunas sonrisas de aprobación y otras de desagrado.
El año 1972, por esta fecha, en la casa del tío Domingo en Huánuco habían hecho el nacimiento. Me habían entregado la libreta de notas en el colegio, pero aún no se los mostraba a mis padres, pues tenía dos cursos desaprobados y no me dejarían pasar las fiestas en libertad. Seguramente eran matemáticas y algún otro curso de números, a los cuales siempre he temido y tenido cierta animadversión. Aún con la cabeza llena de conflictos religiosos, creía que algún milagro tenía que producirse, así que puse la libreta entre los animalitos, los reyes magos, José. María y el niño Jesús recién nacido, oculto entre ellos. Alcé mi vista al cielo pidiéndoles que los rojos se convirtieran en azules. Después de las fiestas con esa fe de todo adolescente fui a buscarla, ahora no me sorprende, los rojos seguían ahí y no pude librarme del par de correazos de mi madre. En fin.
A todos los visitantes del Huauco, en especial a mis amigos que me leen con cariño y condescendencia, en estas fiestas de Navidad y Año nuevo les deseo toda la dicha posible y que junto a sus familiares lo pasen súper bien. Un inmenso abrazo a todos.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
PD. Rochefoucauld, “A menudo se hace ostentación de las pasiones, aunque sean las más criminales, pero la envidia es una pasión cobarde y vergonzosa, que nadie se atreve a admitir”, admitirlo, creo, que sería como aceptar su propia inferioridad.
Es la última vez que permito que un anónimo publique en el Huauco, si alguien quiere hacer algún comentario, sea negativo o positivo, les pediría que pusiesen sus nombres y apellidos y si es posible, su correo electrónico.
De los siete pecados capitales, vicios morales y de sentimientos autodestructivos, hay dos innobles y solapados. La envidia y la ira. Los envidiosos comúnmente llegan a la ira sin motivos, por la sencilla razón que no pueden aceptar que otros progresen y tengan éxito en la vida. La envidia es el vicio, o el pecado (como gusten llamarlo según el pensamiento religioso o social), más perverso e imperdonable, es corrosivo para el envidioso y demoledor para el envidiado. La envidia acarrea tras de ella los celos, la competitividad negativa, la rivalidad, la avaricia, el rencor, la venganza y porque no decir, el placer de ver al envidiado arruinado, aunque sepa que es imposible, pues está demasiado lejos de él para llegar a este placer. Y esto último lo aniquila de a pocos. Salieres de poca monta y de pacotillas (sino, vean a esos anónimos que se relamen ocultos en su cobardía).
Dicen que los libros te dan sabiduría y a la vez locura, tal vez tengan razón, personalmente me hunde cada día en la más vil ignorancia y al seguir en ese camino me aproximo de a pocos a la locura, locura subliminal por supuesto. Cuando ocurra lo contrario me estarán viendo pateando o tirando piedras a los transeúntes sólo por el hecho de mirarme de reojo, espero nunca llegar a tal estado. Modestia aparte, con mis cincuenta y un años sobre mis espaldas, aún puedo dominar la pelota y, frente a algunos jóvenes, puedo decirlo con orgullo, doy lata y cátedra con ella. De mi persona, acostumbrado a ello, pueden decir lo que les de la gana, pero cuando llegan al deporte, hasta de los más recalcitrantes siempre he escuchado decir, “mis respetos por el Negro Castillo”, gracias al cielo que tengo algo ¿bueno?
El sábado pasado jugábamos pelota en el Canchón de la escuela, después de “canastear” al primer equipo y a la espera del otro cuadro, escuché un comentario a media voz por parte de la tribuna que observaba, “…cómo dicen que la marihuana embrutece a las personas, el Negro los hace leña aún a esos chibolos”. No pude resistirme a responderles, “…cierto, a algunas personas los embrutece, a otras los hace genios y a otros, sin haberlo probado, son bestias por naturaleza…”, vi algunas sonrisas de aprobación y otras de desagrado.
El año 1972, por esta fecha, en la casa del tío Domingo en Huánuco habían hecho el nacimiento. Me habían entregado la libreta de notas en el colegio, pero aún no se los mostraba a mis padres, pues tenía dos cursos desaprobados y no me dejarían pasar las fiestas en libertad. Seguramente eran matemáticas y algún otro curso de números, a los cuales siempre he temido y tenido cierta animadversión. Aún con la cabeza llena de conflictos religiosos, creía que algún milagro tenía que producirse, así que puse la libreta entre los animalitos, los reyes magos, José. María y el niño Jesús recién nacido, oculto entre ellos. Alcé mi vista al cielo pidiéndoles que los rojos se convirtieran en azules. Después de las fiestas con esa fe de todo adolescente fui a buscarla, ahora no me sorprende, los rojos seguían ahí y no pude librarme del par de correazos de mi madre. En fin.
A todos los visitantes del Huauco, en especial a mis amigos que me leen con cariño y condescendencia, en estas fiestas de Navidad y Año nuevo les deseo toda la dicha posible y que junto a sus familiares lo pasen súper bien. Un inmenso abrazo a todos.
Elmer Rafael Castillo Díaz
DNI: 26731147
PD. Rochefoucauld, “A menudo se hace ostentación de las pasiones, aunque sean las más criminales, pero la envidia es una pasión cobarde y vergonzosa, que nadie se atreve a admitir”, admitirlo, creo, que sería como aceptar su propia inferioridad.
Es la última vez que permito que un anónimo publique en el Huauco, si alguien quiere hacer algún comentario, sea negativo o positivo, les pediría que pusiesen sus nombres y apellidos y si es posible, su correo electrónico.
2 comentarios:
En estas fiestas tan entrañables, con mis mejores deseos de ilusión, paz y felicidad.
¡¡FELIZ NAVIDAD!!
Un abrazo
Con todo mi cariño tio querido muakkkkkkkkkkkk
Deseos para año nuevo -
Para los buenos momentos, gratitud.
Para los malos, mucha esperanza.
Para cada día, una ilusión. Y siempre, siempre, felicidad. Esto es lo que te deseo para el 2011. Con un abrazo enorme ♥
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