Perú

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5.6.12


WITOTADAS



Después de 17 días el sub oficial Luis Astuquillca Vásquez regresó a una base  de la Policía Nacional sorteando mil peligros, naturales y de los insanos enemigos narcoterroristas. Su preparación antisubversiva en la DINOES hizo posible que sobreviva a las inclemencias y riesgos de la selva enmarañada del Cusco. El gobierno presuroso y a la vez sorprendido, lo cobijó y recibió como lo que era, un héroe. Mucho tuvo que ver los medios de comunicación, nacionales e internacionales, los ojos del mundo estaban puestos en este policía que regresaba de la muerte. Hasta con beso fue recibido por algún mentecato del gobierno.

Con algunos amigos nos preguntamos, ¿si la prensa no se hubiera enterado de este acontecimiento, Astuquillca hubiera recibido todos los honores que merecidamente cuelga de su polaca?, una sonrisa de conmiseración surgió entre los que nos tocó vivir momentos parecidos. Seguramente, ahora, que este joven y valiente policía estuviera entre rejas acusado de varios delitos que el Código de Justicia Militar tipifica. “Parte por cobardía”, “Abandono de compañero herido”, “Perdida de armamento”, etc., etc. Gracias a la presión mediática ha sido ascendido y destacado a una Agregaduría policial en el exterior, bien por él.

Escribo esto porque me tocó vivir un ataque senderista en Lircay, Huancavelica, el 15 de octubre de 1983. El puesto de la Guardia Civil estaba al mando de un teniente, ese día cerca a las 11 de la noche las huestes de Sendero Luminoso nos atacaron cobardemente, hiriendo de muerte a nuestro vigilante, el Burrito. Uno de los guardias, Genaro, al ver tan desigual enfrentamiento, se dirigió a la habitación del teniente para que éste dirigiera la defensa, pues todos eran unos completos ignaros en estas situaciones. Encontró al oficial con su Smith Wesson cañón corto 38 en la mano derecha,  daba vueltas a su cama en un estado nervioso lamentable. No reaccionaba ni a los gritos, ni a las explosiones, ni a los disparos que se escuchaban fuera donde todo era un pandemónium.  

Genaro le pedía que se comportara como lo que era, un oficial de la Benemérita Guardia Civil. Se acercó a él y no pudiendo resistirse le propinó dos sonoros cachetadones, fue en vano, éste se tumbó en su litera llorando y hablando incoherencias. Genaro fue el que tomó la batuta y se encargó de dirigir el ataque. Ordenó que subieran a los techos, otros que cargaran las cacerinas e hicieran fuego a discreción. Contestaba a los senderistas que gritaban que nos rindiéramos, “…que se rinda tu madre…cobardes jijoe…la tochería (guardias civiles) nunca se rinde…”, etc. Gracias a este valeroso miembro de la Guardia Civil, Sendero mordió el polvo de la derrota.

Muy de madrugada llegaron los refuerzos al mando de un mayor de la institución, Sendero había recogido sus heridos y muertos y el puesto era un verdadero arnero (colador). Este oficial nunca habló con Genaro, sino, con el llorón del teniente. A las 8 de la mañana Genaro era conducido en calidad de depositado (afortunadamente no lo engrilletaron) a la comisaría de Huancavelica, los partes que le hicieron y la forma cómo lo trataron hicieron mella en su moral. Mientras que el teniente era felicitado por la superioridad.

Así como Genaro, hubo muchos por esos años, personas que dieron todo por la institución y sus colegas, salvándoles la vida, dándoles ánimo, incluso, muriendo por ellos. El Internet, los celulares, los mensajes de texto, eran como leer a Julio Verne. La prensa apenas informaba de estos sangrientos hechos uno o dos días después de los sucesos. Genaro llegó a irse por Irak, los altos mandos nunca le dieron el trato ni el reconocimiento merecido. En nuestras memorias de los que estuvimos ese día el agradecimiento será eterno, para él y el Burrito Jorge…sin ellos, tal vez no lo estuviera contando.

Siempre ha sido y será así, para este tipo de enfrentamientos con enemigos que se ocultan y te matan por la espalda, envían a jóvenes inexpertos, a ellos (los que están tras un escritorio y tienen galones (distintivo que señala el grado) de oro) no les interesa que algunos regresen en un féretro. “Póngales una bandera peruana encima del ataúd, asciéndalos al grado inmediato, deles el pésame a los familiares, recíbanlos como héroes y bla, bla, bla…”. ¿Hasta cuándo será así?...vaya usted a saber.





                                                                                                                       Wito…








2 comentarios:

Patty dijo...

Una lástima realmente ..... pero esta vez la prensa sirvió de algo y no para hacer alarde ni tanta tontería que últimamente deja que desear....

Besos Elmercitooooo :**

Anónimo dijo...

Hola Negrito, claro que me gustó leer esto... me hizo recordar Lircay, aún lo tengo en mi correo, con la esperanza de imprimirlo en algún momento.

Un abrazo bien fuerte.
Rosario Claribel