WITOTADAS
Después de 17 días el
sub oficial Luis Astuquillca Vásquez regresó a una base de la Policía Nacional sorteando mil peligros,
naturales y de los insanos enemigos narcoterroristas. Su preparación antisubversiva
en la DINOES hizo posible que sobreviva a las inclemencias y riesgos de la
selva enmarañada del Cusco. El gobierno presuroso y a la vez sorprendido, lo
cobijó y recibió como lo que era, un héroe. Mucho tuvo que ver los medios de
comunicación, nacionales e internacionales, los ojos del mundo estaban puestos
en este policía que regresaba de la muerte. Hasta con beso fue recibido por
algún mentecato del gobierno.
Con algunos amigos nos
preguntamos, ¿si la prensa no se hubiera enterado de este acontecimiento, Astuquillca
hubiera recibido todos los honores que merecidamente cuelga de su polaca?, una
sonrisa de conmiseración surgió entre los que nos tocó vivir momentos
parecidos. Seguramente, ahora, que este joven y valiente policía estuviera
entre rejas acusado de varios delitos que el Código de Justicia Militar
tipifica. “Parte por cobardía”, “Abandono de compañero herido”, “Perdida de
armamento”, etc., etc. Gracias a la presión mediática ha sido ascendido y
destacado a una Agregaduría policial en el exterior, bien por él.
Escribo esto porque me
tocó vivir un ataque senderista en Lircay, Huancavelica, el 15 de octubre de
1983. El puesto de la Guardia Civil estaba al mando de un teniente, ese día
cerca a las 11 de la noche las huestes de Sendero Luminoso nos atacaron
cobardemente, hiriendo de muerte a nuestro vigilante, el Burrito. Uno de los
guardias, Genaro, al ver tan desigual enfrentamiento, se dirigió a la
habitación del teniente para que éste dirigiera la defensa, pues todos eran
unos completos ignaros en estas situaciones. Encontró al oficial con su Smith
Wesson cañón corto 38 en la mano derecha, daba vueltas a su cama en un estado nervioso
lamentable. No reaccionaba ni a los gritos, ni a las explosiones, ni a los
disparos que se escuchaban fuera donde todo era un pandemónium.
Genaro le pedía que se
comportara como lo que era, un oficial de la Benemérita Guardia Civil. Se
acercó a él y no pudiendo resistirse le propinó dos sonoros cachetadones, fue
en vano, éste se tumbó en su litera llorando y hablando incoherencias. Genaro
fue el que tomó la batuta y se encargó de dirigir el ataque. Ordenó que
subieran a los techos, otros que cargaran las cacerinas e hicieran fuego a
discreción. Contestaba a los senderistas que gritaban que nos rindiéramos,
“…que se rinda tu madre…cobardes jijoe…la tochería (guardias civiles) nunca se
rinde…”, etc. Gracias a este valeroso miembro de la Guardia Civil, Sendero
mordió el polvo de la derrota.
Muy de madrugada
llegaron los refuerzos al mando de un mayor de la institución, Sendero había
recogido sus heridos y muertos y el puesto era un verdadero arnero (colador).
Este oficial nunca habló con Genaro, sino, con el llorón del teniente. A las 8
de la mañana Genaro era conducido en calidad de depositado (afortunadamente no
lo engrilletaron) a la comisaría de Huancavelica, los partes que le hicieron y
la forma cómo lo trataron hicieron mella en su moral. Mientras que el teniente
era felicitado por la superioridad.
Así como Genaro, hubo
muchos por esos años, personas que dieron todo por la institución y sus
colegas, salvándoles la vida, dándoles ánimo, incluso, muriendo por ellos. El
Internet, los celulares, los mensajes de texto, eran como leer a Julio Verne.
La prensa apenas informaba de estos sangrientos hechos uno o dos días después
de los sucesos. Genaro llegó a irse por Irak, los altos mandos nunca le dieron
el trato ni el reconocimiento merecido. En nuestras memorias de los que
estuvimos ese día el agradecimiento será eterno, para él y el Burrito Jorge…sin
ellos, tal vez no lo estuviera contando.
Siempre ha sido y será
así, para este tipo de enfrentamientos con enemigos que se ocultan y te matan
por la espalda, envían a jóvenes inexpertos, a ellos (los que están tras un
escritorio y tienen galones (distintivo que señala el grado) de oro) no les
interesa que algunos regresen en un féretro. “Póngales una bandera peruana
encima del ataúd, asciéndalos al grado inmediato, deles el pésame a los
familiares, recíbanlos como héroes y bla, bla, bla…”. ¿Hasta cuándo será
así?...vaya usted a saber.
Wito…
2 comentarios:
Una lástima realmente ..... pero esta vez la prensa sirvió de algo y no para hacer alarde ni tanta tontería que últimamente deja que desear....
Besos Elmercitooooo :**
Hola Negrito, claro que me gustó leer esto... me hizo recordar Lircay, aún lo tengo en mi correo, con la esperanza de imprimirlo en algún momento.
Un abrazo bien fuerte.
Rosario Claribel
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