Perú

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23.10.13

Hasta pronto tío Carlos.






DR. CARLOS CASTILLO RÍOS: ADIÓS MAESTRO.

La familia esperaba la noticia. La irreversibilidad de su mal nos dejaba sin esperanzas de mejoría. Seguramente en la oscuridad, donde vivía, buscaba una luz sin poder encontrarla. Hace unos años quería viajar a Huánuco, “…con mi sueldito me alcanza para alquilar un cuarto, pagar una chica que me atienda y salir a sentarme a la Plaza de Armas para escuchar a los huanuqueños con ese tonito tan especial y dulce que tienen…”, “…tengo que hacer algo, no puedo permanecer sentado todos los días…esto me desespera, pero no sé qué hacer, ni leer puedo porque no recuerdo ni las tres primeras palabras del texto, escribir menos…”. El Alzheimer iba deteriorando su prodigioso cerebro. Conmigo monologaba, a veces un “si” salía de mis labios sólo para que continuara. Dos artículos y una entrevista es lo único que tengo de él y que son los más visitados en el http://huauco.blogspot.com/, de lo cual me siento profundamente orgulloso. Me hubiera gustado tener más, claro que sí.

Es muy cierto eso de “Vivir de esa manera no es vivir”, “Ahora dejó de sufrir, él y los familiares” y tantas frases más que se dicen después de acaecido el fin de alguien cercano que ha estado sufriendo. De alguna manera estamos preparados, sabemos que llegará el día. No hay sorpresas, ni preguntas de “…cómo fue, qué paso…”. La noticia llegó, ahora con estos adelantos cibernéticos, y por más preparado que estuve lo sentí muy adentro.  Después de muchos años lloré en los brazos de mi hijo al recibir la noticia de que tío Carlos había partido y mi llanto fue contagioso. Tenía que despedirlo, por su grandeza y calidad de ser humano. Como comentó un huanuqueño, “…se fue un grande”, así es. 

Algo anecdótico tenía que suceder en el velorio. El “Velatorio Carmelitas”, en Paseo de la República Nº 6045, fue el lugar donde se veló el cuerpo de tío Carlos. Hay que servir cafecito a los que nos acompañan, claro. Cuando se preparaba el agua se presentó un hombre de casi dos metros, mal encarado y sin un ápice de educación. “…no saben leer, en el letrero dice claramente que está prohibido servir café, bebidas y agua…si yo veo que están haciéndolo les quito y lo boto a la basura…y pueden irse a quejar a cualquier lugar, están advertidos”, marchándose y dejándonos con la boca abierta. Claro que esa norma no decía nada del café (hasta capuchinos había) que vendía una moderna máquina en un espacio del local. Brutus (así le pusimos de nombre al vigilante) sonreía cada vez que alguien iba a depositar dos soles por un café. Susana supo ingeniarse para dar café a los familiares y conocidos que sentían frío, ganó la inteligencia, Brutus fue vencido.

Cuando un familiar muy cercano se va, parte, se despide de este mundo…escuchamos decir, “…nos deja un inmenso vacío…”. Tío Carlos, ese “inmenso vacío” se ha llenado hace tiempo con tu personalidad, tu buen humor, tu cultura, tu lucha por los maestros y los niños, y tu inmensa ternura para con los familiares. Adiós Maestro.

Ahora tío Carlos descansa a lado de su esposa, tía Kathryn, en el cementerio Parque del Recuerdo de Lurín.

                                                                                                                                                                           Elmer




1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Sr. Elmer: Buenas tardes, Mediante este medio, expreso mis sentidas condolencias por la partida del Prof. Carlos Castillo Ríos (vuestro tío). Es penoso saber cómo grandes baluartes del conocimiento peruano dejan de existir; quizá en presencia ha partido, pero en conocimiento y el aporte a la educación peruana (con la obra: "Los niños del Perú"), y diversos escritos en pro de la niñez (como, entre otros, "La farsa de los desfiles escolares"), no pasarán, seguirán siendo base de estudios y recuerdo del buen educador hoy en la gloria del Señor. Saludos cordiales.
Atte.,
Javier Carrasco