Perú

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16.2.14








WITOTADAS

Sentarse a escribir frente al monitor no es igual que tomar un lápiz y papel y poner una palabra, aunque esté mal escrita. El monitor es frío, distante y a la vez, maravilloso, pues, nos corrige automáticamente la mala ortografía, mal que sufrimos muchos. Con el papel y el lápiz, después de terminado un escrito, corremos al profesor de Lengua y literatura a que le de su chequeada. Cuenta el Gabo que se le había  olvidado un cartapacio de cuero fino en un taxi, su primer cuento manuscrito (La hojarasca). Le recomendaron que ponga un pequeño aviso en el periódico donde trabajaba. Al siguiente día le dijeron que habían traído sólo el manuscrito,  sintiendo pena por el cartapacio de cuero, al revisar el texto, encontró que el taxista le había corregido y encima, subrayado, seis palabras mal escritas. Ese será mi consuelo y creo que para muchos de los que escribimos mal y sólo los hacemos por placer, es trabajo para los entendidos, para eso han estudiado y es su profesión.


De lo que si estamos seguros es que nadie se escapa a las críticas y correcciones de alguien entendido en la materia. Imagínese usted,  el doctor y casi sabio académico Marco Aurelio Denegri, le da unas correcciones a los escritos de nuestro Premio Nobel, que en realidad, nosotros simples mortales lectores, ni cuenta tomamos al deleitarnos con la magia de su pluma. Sonrío al pensar, con temor cervical, si lee lo que muchos novatos y no también, escribimos. Tampoco nos debe quitar los deseos de seguir haciéndolo. No ha todos les va a gustar lo que se hace, hay que avanzar tratando de que hasta a los que no les gusta, por lo menos que se les escuche decir, “…está mejorando…”. Al saber que dicen esa frase, percibiremos que nos leen y, es un pequeño triunfo.


Hay muchos que merodean estos terrenos de la lectura y es bueno, lectura es sinónimo de  aprendizaje, más lees, más aprendes. Algunos desvirtúan el aprendizaje y se dejan arrastrar por la  mezquindad menospreciando todo lo que se hace, sólo lo de ellos es valido. Poquísimos son los que “…déjate de vainas pe Negro e m…, hace tiempo que no escribes…”, “Negrito, qué pasó, veo tu blog abandonado…”, “… ¿ya salió la última Witotada…?”… y me imagino que es una multitud que me vitorea, mis tres o cuatro amigos que siempre están pendientes de lo que se hace. Y estos amigos contados con los dedos de una mano me dan más ánimos que los que dicen, “…está mejorando” y más aún, de los que llegan a ser patéticos y confesos viperinos. Por los últimos es que uno toma impulso y viada para seguir, nos dan coraje y si lo seguimos haciendo mal, para ellos, algún día, por cansancio, lo haremos un poco mejor. O por lo menos, lo intentamos.


Agradecer a los que me han amado, me han auxiliado y me han soportado en el camino pedregoso e hiriente de la vida, a ellos les debo mis quimeras y mis anhelos de vivir. Gracias a los que me han hecho daño pues sin ellos no tendría ni la mitad del coraje que tengo hoy. Gratitud a todos los que se cruzaron en mi camino en los diferentes tiempos de mi vida, a todos les debo el aprendizaje de quien hoy soy. Como dice un cantante, hoy en coma, “gracias totales”.

                                                                                                                                                                       Wito…

1 comentario:

Patty dijo...

De nada Elmer, somos muchas veces incondicionales :D y si hay que aguantarte te aguantaré jajajaj muakkkkk (sin picarse)